Los pies en la tierra || Bellamy Blake

45. Sincronía

—¡Jessie!— llegó y me tomó del brazo, de inmediato me aparte de su agarre y seguí caminando. —Vamos, Jess.— dijo frustrado pero yo no me di la vuelta. —Oye, no hagas esto ¿quieres?— pidió como si fuera mi culpa.
—¿Yo?— exclamé indignada y volteé hacia él. —¿Estás hablando enserio?— añadí.
—Tu eres la que está molesta.— respondió molesto.
—¿Molesta? ¡Dios!— la frustración se apoderó de mi inmediatamente, mis manos viajaron a mi cabeza. —¡Estoy furiosa!— golpeé su pecho levemente. —Si me quedo o no, no es tu decisión. ¡Es mi vida!— volví a golpear su pecho pero un poco más fuerte y él sólo se quedó parado, escuchando. —¿No lo entiendes?— dije al no ver una respuesta de su parte, volviendo a golpearlo un poco más fuerte. —¡Carajo, Bellamy!— subí la intensidad de los golpes, desbordándome de frustración, conteniendo lágrimas. —¡No sé estar sin ti!— la voz se me quebró al pronunciar esas palabras y las lágrimas empezaron a salir, sin embargo seguí lanzando golpes más rápidamente. —¡No quiero... no quiero estar sin ti!— mis golpes perdían fuerza y velocidad. —No otra vez.— solté un último golpe, sin más fuerzas para hacer otra cosa ademas de llorar, entonces dejé mis manos recargadas en su pecho y Bellamy me envolvió sus brazos como si eso fuera lo que había estado esperando desde que empezó la discusión. —No lo soportaría.— dije entre sollozos mientras sus manos acariciaban mi espalda dándome el confort que necesitaba.
—Jessie, linda.— habló con pesar. —Encontraremos una solución.— fue lo único que dijo, lo que significaba que si no encontrábamos una solución, las cosas seguirían igual. Este era su plan y no había forma de hacerlo cambiar de opinión.
—¡Bellamy, Jess, a la puerta!— escuchamos por la radio, me despegué de él de inmediato y limpié mis lágrimas lista para salir corriendo pero él me detuvo.
—Que esperen.— se paró delante de mí poniendo su mano delicadamente en mi mejilla y con la otra mano en mi cintura, me atrajo hacia él. —Te amo más que a nada.— susurró antes de besarme. Nuestros labios se movieron en esa sincronía, única, agridulce e indescriptible que solo podíamos crear nosotros dos. —Jamás lo dudes.— me dio otro beso corto y me tomó de la mano para ir a donde nos habían llamado. Todos estaban amontonados frente a la entrada, así que Bellamy se ocupó de abrirnos camino entre la multitud. Al llegar a la entrada nos encontramos con Nikko, acompañado de algunas personas terriblemente enfermas, entre las cuales estaba Luna. Abby ya estaba ahí y nos informó que era una enfermedad por los altos niveles de radiación. Llevamos a los enfermos adentro y me quedé a ayudar a Abby y Jackson en el ala médica mientras Bellamy, Clarke y Raven iban a investigar como es qje esto había pasado.
La gente de Luna empeoraba cada vez más y Abby quería intentar un tratamiento con la medicina que teníamos pero no había garantía de que mejorarían y con Raven a cargo de las raciones de todo, no sería fácil conseguirlas.
—¿Y bien?— preguntó Jason en cuanto vimos a Abby entrar por la puerta, pues había ido a intentar convencer a Raven de que nos diera suficiente medicina para tratar a la niña, al menos.
—Nada.— suspiró cansada y frustrada.
—¿Hablas en serio?— exclamé enojada y de inmediato bajé el volumen. Ella asintió desganada e intercambió un par de palabras con Jason, aunque no puse atención ya que estaba pensando en alguna forma de conseguir esas pastillas. —Está bien, lo tengo.— exclamé y cuando estaba dispuesta a salir, una voz detrás de mi, me hizo detenerme en seco.
—¿Hablan de esto?— le di una mirada llena de sorpresa y confusión pero nadie dijo nada. —No estaba seguro de cuánto iban a necesitar así que lo tomé todo.— John Murphy señoras y señores, estaba de vuelta. Había mil y un cosas en mi cabeza, listas para salir de mi boca pero me contuve cuanto pude.
—Gracias.— Abby tomó las pastillas y junto con Jason, fueron a tratar a la niña. Él se quedó sentado en una banca y yo me acerqué.
—¿Qué carajo haces, Murphy?— exclamé exhausta. Él me miró y levantó los hombros, apretando sus labios; tenía la misma expresión que aquel día que le dije que lo odiaba.

Acababan de flotar a mi madre y yo no paraba de llorar, John estaba conmigo en la habitación, sentado al borde de la cama pero no decía o hacia nada hasta mucho rato después.
—Lo siento, Jess.— exclamó por lo bajo. No pude contenerme y le di una bofetada.
—¿Lo sientes? ¡Esto es tu culpa!— el estrés me consumió lancé una cosa a la pared. —¡Todo esto es tu culpa!— grite y seguí aventado cosas. —Nada de esto habría pasado si no fuera por ti, tú eras el único que sabía.— el dolor se convirtió rápidamente en furia.
—¡Yo no..!— su mirada reflejaba lo desconcertado que estaba y solo cambió su oración. —Lo lamen...— soltó.
—¡No!— grité. —No te atrevas.— podría jurar que estaba asustado de mi en ese momento, y si era honesta, una parte de mi también lo estaba. —Te odio.—