41. Última opción

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Desperté y pude ver que estábamos de vuelta en la playa donde nos habían encontrado, miré al rededor y vi que todos aún estaban dormidos, teníamos nuestras armas y Clarke tenía "la flama" en la mano. Debo admitir que después de lo que pasó, me sorprendió que Luna no se deshiciera de esa cosa. Me acerqué a Bellamy y lo moví ligeramente para despertarlo, poco a poco fue reaccionando, en cuanto se despertó y vio donde estábamos, su rostro reflejó sorpresa.
—Volvimos.— murmuró y yo solo asentí mirando hacia el agua que mojaba la arena. —¿Jessie?— llamó mi atención y me guió hasta la costa. —Escucha, nunca fui bueno para decir estas cosas y creo que ya lo sabes.— soltó una risita nerviosa. —Enserio lamento todo lo que hice, sabía que estaba mal pero... tenía que hacer algo.— miró hacia el suelo, avergonzado.
—Lo sé.— hice que me mirara a los ojos y asentí. —Lo que importa es lo que ahora estás haciendo por ayudar. A veces tenemos que hacer cosas malas para tener buenos resultados y cuando eso pasa, la gente normalmente se olvida de todo lo bueno que has hecho.— inmediatamente se inclinó hacia mí callándome con un beso, yo sabía que eso no era lo correcto así que me separé después de unos segundos. —Lo siento.— ahora era yo quien miraba al suelo. —Bellamy, no... esto no es lo que quieres.— lo miré y él me dio una sonrisa burlona que aligeró el ambiente.
—¿Ahora me vas a decir lo que yo quiero?— reímos un poco.
—Hablo enserio.— golpeé su hombro ligeramente y comenzamos a caminar por las orillas del agua. —Después de todo lo que pasó... buscas perdón y si eso es lo que hace falta, te lo doy. Estás perdonado.— lo miré y supe que no era así de fácil. —Pero esa mirada me confirma que no es de mí de quien lo necesitas.— él me vio apenado y nos detuvimos. —Debes perdonarte a ti mismo porque no importará cuantas personas te lo digan si tu sigues culpándote de todo.— tomé sus manos con las mías. —Y mientras no lo hagas, seguirás buscando ese sentimiento de paz en otros.— sus ojos se encontraron con los míos.
—Tu me das paz.— habló mientras llevaba su mano a mi mejilla. —Me haces mejor persona y sé que no te merezco...— lo interrumpí.
—No digas eso.— lo reprimí. Su mano viajó hasta mi nuca y empezó a acariciar mi cabello de forma hipnotizante.
—Es la verdad. Eres una mujer increíble, siempre sacas lo mejor de la gente y te preocupas por que todos se sientan escuchados e importantes, eres demasiado buena y mereces alguien mucho mejor que yo.— negué con la cabeza sin saber qué era exactamente lo que estaba queriendo decirme. No dije nada y solo me quedé ahí, mirándolo bajo la luz del amanecer, con la brisa alborotando su cabello delicadamente y el sonido del mar de fondo. Fue en ese momento en el que me di cuenta de que no estaba dispuesta a vivir una vida donde él no estuviera presente, realmente lo amaba y lo quería en mi vida, sin importar de qué forma. —Y ya he decidido ser ese alguien.— añadió tomándome por sorpresa.
—¿Qué?— una sonrisa se asomó entre mis palabras y lo miré confundida.
—Voy a ser ese hombre que mereces.— sonrió y besó mi frente.
—Bell.— reí tomando su rostro entre mis manos. —Ya lo eres.— sonreí y nos fundimos en un tierno y dulce beso.

Tiempo después de que los demás despertaron, arreglamos algunas cosas del rover aunque no estábamos seguros de que haríamos.
—Debemos regresar, es lo más seguro.— mencioné. —Tenemos que asegurarnos de que ellos estén bien y pensar en otro plan.—  añadí cuando Clarke me dio una mirada de desaprobación.
—Pero tenemos que encontrar a un sangre nocturna.— respondió la rubia.
—¿Cómo? ¿Asaltaremos todas las aldeas terrestres en busca de sus sangre nocturna hasta que encontremos uno?— preguntó Octavia molesta.
—Si no lo hacemos, no quedarán más aldeas terrestres.— se defendió Clarke. No podía creer que pensara así, es decir, entendía el punto y sabía todo lo que estaba en riesgo pero estar dispuesta a tomar esas medidas era enfermizo.
—¿Puedes dejar de pensar en matar a todo el mundo para salvar a tu madre solo por un segundo?— exclamé con los dientes apretados, conteniendo mi enojo.
—Volvamos, debemos reagruparnos y pensar en un mejor plan.— intervino Bellamy y Clarke solo caminó hacia el bosque sin decir nada. Yo estaba quitando un poco de hielo que había bloqueado la puerta del rover, así que solo empecé a hacerlo más agresivamente. —Hey.— Bellamy llegó por atrás de mi y puso su mano sobre la mía, haciéndome dejar de golpear el hielo. —Ven aquí.— abrió sus brazos para abrazarme pero me negué.
—No, debo terminar.— susurré.
—Ven.— insistió y ya que evidentemente era más fuerte que yo, me envolvió en sus brazos y depositó un beso en mi frente. —Respira, no dejaremos que vuelva a pasar. Te prometo que haremos las cosas bien.— me separé de él lo suficiente para ver su rostro y asentí para volver a recargarme en su pecho.

Bellamy fue a buscar a Clarke y volvieron con el príncipe Roan, herido e inconsciente. Volvimos a Arkadia y lo llevamos con nosotros, ya que Clarke tenía un nuevo plan. Al llegar al campamento, bajé de inmediato y corrí con Nate.
—¡Hola!— exclamó y me abrazó. —Cuanta falta hacías, había mucha paz aquí.— añadió y proseguimos a saludar a los demás. Me alegró saber que todos estaban sanos y salvos, aunque queríamos ponernos al día, el nuevo plan de Clarke debía llevarse a cabo lo antes posible. Me pidieron ir por Roan así que le llevé todas sus cosas al área de prisioneros y salimos listos para emprender nuestro camino a Polis junto con Octavia, Clarke, Bellamy, Nate y Bryan. Los demás se quedaron en Arkadia para poder ejecutar el plan como habíamos dicho, todos sabíamos que debía funcionar porque ya era nuestra última y única opción.

Los pies en la tierra || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora