13. A cargo

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—¡Detente!— gritó Octavia y me empujó. —¿Qué te pasa?— sollozaba y me arrebató el cuchillo.
—¡Octavia!— gritó Bellamy al ver que ella se iba a cortar también.
—No me dejará morir.— se acercó el cuchillo a la mano pero antes de que se cortara, la detuve.
—No habrá suficiente para los tres.— dije mirando al terrestre y después a Octavia. Ambos comprendieron de inmediato y el hombre señaló el antídoto. Clarke y Reven salieron corriendo de ahí, seguidas de Octavia.
—¿Vienes?— le pedí a Bellamy después de que ellas se fueran, el asintió y encargó a los chicos que cuidarán al prisionero. —¿Qué haremos con él? No podemos dejarlo ir porque ahora sabe cómo nos movemos y no podemos matarlo.— exclamé.
—Yo me encargaré de esto, tú no te preocupes.— habló cansado y abatido.
—Debo hacerlo, la seguridad de todos está en riesgo, Bellamy.— lo reprimí.
—¿Crees que no sé eso?— gritó.
—Creo que lo sabes ahora que ya es demasiado tarde.— hablé enojada y cuando estaba por irme, él me detuvo.
—Sobre ayer...— el pánico se apoderó de mi de inmediato.
—Resolvamos esto primero.— sugerí y salí de ahí de inmediato. La verdad es que no estaba segura de cómo me sentía respecto a él, no quería dejarlo entrar de esa forma a mi vida si solo me haría perder mi tiempo. Tenía muchas cosas en que pensar y de las que ocuparme, agregando esto a la lista pero por ahora debía concentrarme en encontrar una forma de solucionar el problema del terrestre.

Mientras me aseguraba de que algunos bloquearan la brecha que había detrás de la nave, vi como Bellamy y Clarke se preparaban para salir. Curiosa, pensé en acercarme y averiguar a dónde iban pero de pronto Jasper llamó mi atención, estaba sentado en un tronco moviendo un palo de un lado al otro mientras balbuceaba.
—¿Jasper, estás bien?— pregunté.
—¡Jess! Quédate cerca, con este palo anti terrestres ellos no nos verán.— me jaló hacia él y yo reí genuinamente. Al parecer el se dio cuenta porque me miro y sonrió muy muy grande.
—Tú risa es muy bonita, igual que tú eres muy bonita. ¿Te habían dicho que eres muy bonita?— se levantó y se acercó a mi. 
—Lo es ¿no es cierto?— la voz de Bellamy resonó a mis espaldas y Jasper volvió a sentarse con la mirada baja. —¿Tienes un segundo?— me habló el chico y camino hacia su tienda.
—¿Qué le pasa? Hoy le falta un tornillo de más.— comentó Bellamy refiriéndose a Jasper.
—No lo sé, lo resolveré más tarde. ¿A donde van?— pregunté.
—Buscaremos más comida, debemos estar preparados para el invierno.— el chico esbozó y yo solo asentí sin saber que decir.
—Bien, buena suerte.— dije al fin y me dispuse a salir pero Bellamy me tomó del brazo, evitándolo y me hizo girar para encararlo. En un rápido movimiento posó una de sus manos en mi rostro y la otra en mi cintura mientras sus labios ya estaban posados sobre los míos. El beso era agridulce, tierno pero desesperado; lento pero intenso. Nos separamos por falta de aire, el deposito un último beso y antes de salir, hablo.
—Estás a cargo.— volvió a su personalidad mandona.
—Siempre lo he estado.— respondí volviendo a tomar mi papel, él solo sonrió un poco y rodó los ojos.

No tenía idea de lo que era todo eso y por primera vez, tampoco estaba segura de cómo me sentía o lo que pensaba al respecto. Era como si en cuanto nuestros labios se unían, nos volvíamos dos personas completamente diferentes. Pero cuando nos separábamos, volvíamos a ser los mismos de antes. Era complicado y siendo honesta, no me agradaba del todo esta situación tan confusa. Ahí iba otra cosa más en qué pensar.

Raven había logrado la comunicación con el Arca, así que algunos chicos de áreas especiales se conectaban para ver qué técnicas podríamos implementar en la tierra. No que tuvieran tanta experiencia allá, pero de algo había de servir. Pese a que yo estaba a cargo de las decisiones, me vi obligada a conectarme con un miembro del consejo.

Las manos me sudaban y mi respiración era irregular, sin embargo tuve que tragarme toda incomodidad y me presenté firme a la improvisada sala de conferencias que Raven había montado.
—Señorita, Lightwood.— escuché y un rostro se presentó.
—Canciller Jaha.— expresé con sorpresa.
—Tengo entendido que usted lleva el mando en la tierra.— habló.
—Junto con otros miembros del grupo, así es.— afirmé.
—Bien, me alegra. Me gustaría escuchar sus reportes en cuanto a la tierra.— pidió el canciller.
—Será un placer.— tragué saliva por lo que estaba por decir. —Pero bajo ciertas condiciones.— el hombre asintió pensativo.
—La escucho.—
—Primero, todos aquí quedan exonerados de sus crímenes. Segundo, todos los que tengan familia y que así lo deseen, hablarán con ellos por este medio empezando mañana.— dije firme.
—Me parece justo.— accedió a mis términos. Entonces seguimos con las preguntas que él tenía por hacerme, después un par de ingenieros y la madre de Clarke también hicieron su interrogatorio.

Salí un segundo a refrescarme ya que todo estaba dando vueltas, la luz disminuía poco a poco y mientras más caminaba parecía adentrarme en un extraño lugar. Finalmente me di cuenta de una silueta frente a mi, tan vívidamente que me tomó unos segundos asimilarlo.
—¿Mamá?— hablé confundida.
—Hola, mi rayito.— usó el apodo que me decía siempre.
—Ma...— corrí hacia ella pero se desvaneció. Cuando la busque de nuevo, ella estaba dentro de donde flotaban a todos en el arca. Mi cabeza estaba hacia atrás y sentía algo en mi cuello. Intenté ver de reojo pero lo único que vi, fue una mano con un tatuaje de flecha en el dedo índice. Mi madre se alejaba, yo la llamaba a gritos pero ella no dejaba de caminar hacia el espacio y finalmente se desvaneció por completo.

Escuché cómo alguien se aclaró la garganta y al parpadear, todo pareció normal de nuevo pero entonces voltee, vi su rostro y sentí toda gota de vida desaparecer de mi en cuanto habló.
—Si me permites...—

Los pies en la tierra || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora