Capítulo 31.

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- Hmm - Ignacio murmuró, y levantó la vista de su portátil.

Había llegado al apartamento de Amelia casi una hora antes de lo previsto y dio como razón que la conexión a Internet de María no funcionaba. Amelia tenía una fuerte sospecha de que sólo quería encontrarla preparando el desayuno para que él pudiera tener algo.

- ¿Cual es una forma más corta de decir" tigre en la cama?

Amelia lo miró con curiosidad sobre el mostrador de la cocina entre ellos.

- ¿Estás haciendo algún tipo de crucigrama pornográfico?

- No, estoy contando sobre nuestras aventuras sexuales en Twitter. Hmm - él se encogió de hombros - De todos modos, al parecer consigo una afluencia de seguidores cada vez que escribo acerca de dormir contigo. Por eso, te alegrará saber que tenemos una vida sexual muy saludable.

- Voy a estar segura de tener en cuenta eso diariamente - dijo Amelia secamente, y bebió un sorbo de café.

- Por supuesto, adivino que serías una tigresa en la cama con tantos años de frustración sexual reprimida. ¿Así que tal vez deberíamos preguntarle a Luisita?

Amelia sonreía, al oír hablar de Luisita y ante el evidente intento de Ignacio por conseguir información sobre ella.

- Sutil.

- ¡Toc, toc! - grito María a la puerta principal, interrumpiendo lo que Ignacio podría haber dicho a continuación. Entró en segundo más tarde - ¿Qué hay de nuevo?

- Amelia estaba a punto de decirme sobre sus relaciones sexuales con Luisita.

María miró, con los ojos abiertos.

- ¿Has tenido relaciones sexuales con Luisita? ¿En serio?

Amelia considero muy seriamente no responder a la pregunta, pero decidió que simplemente eso los invitaría a molestarla más.

- No he dormido con Luisita.

- Oh - dijo María, y se sentó en el taburete vacío junto a Ignacio - Bueno, no queremos apresurarnos en nada. Es tu primera vez.

- Tú no quieres precipitarte - dijo Ignacio, cerrando su portátil. El sonido del chasquido de cierre puntuado su declaración - Maldita sea es la primera vez. Consíguela de una vez. ¿Es porque tienes miedo que sea realmente malo? Puedo guiarte.

- Ejem, creo que estaría un poco mas calificada para guiarla en eso - dijo María.

Amelia frunció el ceño ante ellos, un poco ofendida.

- Yo no necesito que ninguno de los dos me guie por cualquier cosa. Pero gracias por el voto de confianza.

- Bueno, satisfacer a una mujer puede ser difícil - dijo Ignacio. María lo miró.

- No, si sabes lo que estás haciendo.

- Yo siempre sé lo que estoy haciendo.

- Eso es. Dos palabras para ti: Atlantic City.

- Yo estaba borracho y no cuenta de todas formas debido a la... bueno, ya sabes - Ignacio se aclaró la garganta y volvió su atención sobre Amelia - ¿Te preocupa que ella te haga cosas raras?

María gruñó ante su comentario.

- Me acosté con este tipo que una vez quería pelar una manzana, mientras que....

- ¡Oh, Dios mío! ¡Esa fue una sola vez!

- Wow - dijo Amelia, bajando su taza - Muy bien. Esa es mi señal para ir a la ducha.

El lado ciego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora