Capítulo 27.

2.4K 209 542
                                    

Es una cita. ¿Ahora por qué había dicho eso? No era una cita, Luisita lo sabía. Ella ni siquiera sabía si ella quería que fuera una cita, era una cita aún una opción, que por supuesto no lo era.

Miró brevemente a Amelia, con el objetivo de decir algo más para descartar la «cita» haciendo un comentario como si fuese una especie de broma, pero su móvil eligió ese momento para interrumpir el aire de repentino silencio.

- Lo siento - dijo Luisita, cavando en el bolsillo para recuperar el objeto - Es que mis padres...

- No te preocupes.

- ¿Hola?

- Ven acá niña, ¿por qué nunca llamas? - en el fondo decia la voz de su madre, Luisita podía oír la charla de la telenovela sobreactuada favorita de su madre, que quería decir que Marcelino no estaba en casa.

- Llamé el viernes - Luisita cambió la conversación al inglés, en parte porque sabía que molestaría a su madre, pero sobre todo porque se sentía cohibida de hablar en español frente a Amelia - Marisol dijo que estabas fuera.

- Oye no me nombres a esa sin vergüenza. La voy a
patear. Mira, ¿cuándo piensas venir acá? Hay alguien que quiero que conozcas.

Si su madre quería que conozca a alguien, sólo podía significar una cosa: una trampa.

- ¿Quién? - preguntó ella, ya adivinando la respuesta. Un hombre sin duda.

- Un muchachito bien decente, ya verás. El primo de una amiga en Puerto Rico que se acaba de graduar de Mayagüez y viene a hacer su maestría aquí en Nueva York. Muy guapo el niño.

- Dios Madre, porque no me crees. Ya estoy viendo a alguien de la clase. Ya te dije sobre él.

- Siempre me has dicho nada - dijo su madre, haciéndola sonar molesta ahora - Lo único que sé es que él es un artista como tú. Se van un morir de hambre los dos artistas juntos. ¿Estás loca, mija?

- No vamos a morir de hambre sólo porque los dos somos artistas, por favor, madre. No seas ridícula.

- Yo sólo te lo digo porque te quiero.

- Estoy en casa de un amigo, ¿podemos hablar de esto más tarde?

- ¿Qué amigo? ¿Ese es tu novio?

- Mujer amiga.

- Bueno. Tengo algunos plátanos aquí que quiero que vengas a tomar. Puedes hacer algunos tostones para ti y Marina.

Luisita se preguntaba a menudo cómo el cerebro de su madre funcionaba. ¿Cómo habían pasado de un intento de engancharla en un romance a los alimentos?

- Sabes que no me gusta cocinar - dijo - ¿Por qué no se lo ofreces a Manuel? - era arriesgado, Luisita sabía, con lo de su hermanastro, pero se sentía importante mencionarlo.

Se hizo el silencio desde el lado de la línea de su madre, y si no hubiera sido por el ruido de fondo Luisita hubiera pensado tal vez a su madre ya había colgado. Pero luego habló.

- Recógelos antes del viernes o se pondrán malos - y la comunicación se cortó.

Luisita suspiró, olvidando momentáneamente que Amelia seguía sentada a su lado, haciendo todo lo posible para buscar una interesante conversación. Luisita tenía la sensación de que la actriz había escuchado cada palabra, la parte de Luisita de todos modos.

- Lo siento - dijo, y dejó caer el móvil en el mostrador junto a su hamburguesa, sin duda, ahora fría.

- ¿Todo bien?

El lado ciego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora