Capítulo 30.

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- ¿Sabes una cosa? - la pregunta llego en una respiración apresurada, y Luisita se volvió algo vagamente consciente del frío contra su oído, contra de su mano.

Su móvil, recordo ella. Estaba en el móvil. No podía recordar escucharlo sonar o alcanzarlo para responder. Su mente empezó a nadar. Dormir. Ella quería más horas de sueño.

- ¿Luisita?

- ¿Mmm? - dijo, a través de las imágenes en su mente. Formas aleatoria: Una casa, una pala púrpura.

- Te dejé como cinco mensajes anoche. ¿Dónde estabas?

Ayer por la noche. Había algo acerca de anoche.

- ¡Luisita!

Luisita se obligo a abrir los ojos, lentamente, y trató de centrarse en algo, en nada, pero la habitación parecía extraña, cambiada de alguna manera. Cerró sus ojos de nuevo y se sintió mejor.

- Tengo tanto sueño - murmuró ella, queriendo simplemente colgar y sucumbir ante la calidez de las sabanas y la suavidad de la almohada - Háblame más tarde.

- No, más tarde no. Ahora. Finge que estás despierta durante medio segundo y escúchame: tengo una entrevista con Amelia Ledesma.

Amelia. Todo volvió de repente: la pintura en las paredes, champán frío, terrible poesía. Y besos. Muchos besos. Los ojos de Luisita estaban abiertos ahora. Estaba el cartel mirándola por encima de su cama, el que le dio Sebastián, lo sentía como un millón de años atrás.

Sebastián. Se sentía como un parte de la vida de alguien más, parte de una historia que otra persona le conto. Algo había cambiado. Ella había cambiado. Amelia la había besado.

- ¿Luisita? ¿Me oíste?

- ¡Eso es increíble! - exclamo ella, sonriente, sintiéndose abrumadoramente feliz por Mark, seguro, pero para ella, en su mayoría.

Amelia la había besado. Amelia la había besado como nadie lo ha hecho nunca.

- Es necesario que me ayudes a averiguar que puedo ponerme para la entrevista. ¿Podemos reunirnos para el almuerzo?

Luisita saco lejos de su mente los recuerdos de la tentadora boca de Amelia sobre ella, y trató de concentrarse.

- No puedo, lo siento. Tengo clases y realmente necesito ver a una de mis profesoras y resolver un gran malentendido - y ver a Amelia. Desperadamente necesitaba ver a Amelia - ¿Por qué no llevas a Manuel?

- Por favor, lo amo, pero él tiene cero gusto en ropa. Prácticamente lo he vestido a él en la mañana. No debería decirlo... pero es más divertido desnudarlo.

- Ew.

- Oh, lo que sea. Yo duermo con tu hermano. Tratare con él. ¿Cómo esta su cosa?

- ¿Mi cosa?

- Tu aventura sáfico.

- No es una aventura.

- Oh... ¿Qué es entonces?

- Es... - Luisita hizo una pausa, al no encontrar un nombre real para ello. Se habían besado. Habían admitido que tenían sentimientos la una por la otra. Pero no ha habido promesas hechas, no hay normas establecidas, no había pistas para lo que vendría después - No lo sé. No sé lo que es. Nos besamos - y su corazón se paro ante las palabras, en la forma real y sólida que sonaba en el mundo real.

- Wow -  dijo Mark, ahora sonaba interesado - ¿Cómo fue?

- Increíble.

Abrumador. Aterrador. Confuso. Esclarecedor. Pero sobre todo sorprendente.

El lado ciego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora