Capítulo 3

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—Bien, serían un millón de wones –YoungMi se quería morir de la vergüenza, viendo cómo Sunghoon le entregaba el dinero sin problema alguno a aquel hombre.

—No lo hagas... –advirtió ella, por  última vez, el, sonrió y terminó de pagar.

—Ve a cambiarte, toma –le entregó el uniforme nuevo y ella asintió sin más remedio.

Fue a los baños y se puso el nuevo uniforme. Ya habían perdido la segunda hora, así que buscaría algo que hacer mientras tanto.

Iba a dirigirse al chico para agradecerle, pero vió cómo Jake y Heeseung estaban allí, hablando con Park.

—¿Desde cuando tú te pierdes clase? –rió Heeseung con un tono de burla. Ella miró a Sunghoon suplicante, pero él volvía a tener su usual mirada fría, sabía que no la iba a ayudar en esos momentos.

—A ti que te importa –se fue de ese pasillo, chocando con fuerza su hombro con el de Lee.

Se sentía algo estúpida al pensar que Sunghoon volvería a mostrar un lado bueno frente a ella. Todo lo que estaba haciendo lo había hecho por pura amabilidad y no porque ella le importase.

O bueno, eso era lo que ella pensaba, debido a que no era capaz de escuchar lo que los otros tres chicos hablaban.

—Bien hecho –le felicitó Jake, dándole palmadas en la espalda.

—Solo han pasado unos días y ya hay rumores de que estais saliendo, o haciendo peores cosas, estás haciendo lo mejor.

—No es mala persona –recriminó Sunghoon.

—Ya, pero, solo piensa que esos rumores llegan a tus padres, lo cuál sabemos que no es muy difícil. Además la reputación de esa chica aquí es del asco, no sumará nada que la trates bien o no –explicó su mejor amigo.

—No pienso tratarla mal, no soy cómo vosotros –se le veía perfectamente molesto e irritado con la situación.

—Con que no le hables es suficiente, y si ella lo hace, manten la distancia, se el frío Park Sunghoon que todos conocemos.

La conversación se dio por finalizada cuando Heeseung sacó un paquete de patatas fritas y comenzó a comer cómo si nada hubiese ocurrido.

YoungMi fue al patio del colegio, el cuál había que recalcar que era precioso. Se sentó en un banco de piedra y sacó su teléfono.

No le pensaba escribir a ninguno de sus amigos, debido a que seguramente estuviesen en clases y no iba a distraerlos.

Su madre también debía de estar dando su materia, así que tampoco era una opción.

Por lo tanto, le tocaba quedarse sola. Los únicos alumnos que estaban fuera de clase eran ellos 4, era obvio debido a los solitarios pasillos.

En cualquier colegio eso hubiese importado, pero en este no. Puede que no estudiases nada, igualmente con un poco de dinero podrías pasar con buenas notas el curso.

—Cosas de colegios de niños ricos –habló en voz alta molesta, sabiendo que ella sí se encargaba de sus notas.

El resto del día pasó con total normalidad, es decir, nadie le habló y ella no le habló a nadie.

Las dos horas de detención eran su momento para hablar con Sunghoon de nuevo. Apenas había 7 u 8 alumnos en el aula, y ningún profesor revisaba el lugar.

YoungMi lanzó una nota en dirección al joven, lista para hablarle e intentar devolverle, ahora también, el favor del uniforme.

Park lo único que hizo al recibir la nota fue leerla, arrugarla y levantarse para tirarla en la papelera.

No pensaba darse por vencido tan fácil, le paso al menos 5 bolas de papel más, hasta que el joven le devolvió una de ellas.

YoungMi la abrió con ilusión, pero su rostro cambió totalmente al leer su contenido.

"Déjame en paz, Simp"

Por obvios motivos, no tenía pensado dejarlo en paz por el momento.

Igualmente, esa tarde lo dejó estar y no lo molesto, quizás el también había tenido un mal día.

El martes se acercó a él nada más llegar al colegio.

—Buenos días –le saludó, sin obtener respuesta alguna, así que insistió–. ¿Necesitas que haga algo por ti?

—No.

—De alguna forma te tendré que pagar todos los favores que me haces.

—No hace falta.

—¿Por qué estás tan seco? Ayer eras amable.

—Te dije que me dejases en paz, Simp –y de nuevo, tomaron rumbos distintos, aún sabiendo que se volverían a ver en la clase de tecnología.

—No me pienso rendir tan fácil –susurró para ella misma, y poco después comenzó a silbar alegremente.

Jungwon, Sunoo y Ni-ki le habían aconsejado que siguiera intentando ser su amiga, y pensaba hacerle caso a sus amigos.

Llegaron a la clase de tecnología, dónde su madre comenzó a explicarles algunos temas.

—Dentro de dos semanas iremos de excursión a un fábrica para poder ver el proceso de fabricación, os repartiré las hojas.

Por obvios motivos, YoungMi no recibió esa hoja, pero eso no quito que no sintiese curiosidad por el lugar al que iban.

—¿Qué tipo de fábrica será? –preguntó una chica por el fondo.

—Bueno, creo que os interesará saber dónde se produce la comida chatarra que coméis.

Todos automáticamente pusieron una cata de asco, imaginando que sería un lugar sucio y lleno de grasa.

En cambio, YoungMi solo rezaba porque le diesen bolsas de patatas fritas para compartirlas con sus amigos al salir de clases.

ꜱɪᴍᴘ (ᴘᴀʀᴋ ꜱᴜɴɢʜᴏᴏɴ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora