YoungMi iba junto a Jay, lista para abrir su taquilla, de la cuál salieron desordenadamente bombones, chocolate y un precioso oso de peluche. No pudo evitar sonrojarse levemente al recibir aquello, lo levantó del suelo junto a su novio.
—¡Uy! Este chocolate es el mejor que he probado nunca –el estadounidense lo agarró y le dio un mordisco, quedando conforme con el sabor.
—¿No te importa? –preguntó ella incrédula, al ver cómo al chico no podía importarle menos que hubiera recibido aquello.
—Eres mi novia y confío en ti, la persona que te lo haya enviado va muy por atrás de mí, así que no, no me importa –explicó él, mientras seguía comiendo el chocolate.
"A menos que la persona que lo haya enviado sea Sunghoon", Lee no pudo reprimir ese pensamiento incluso si le hubiera gustado. Negar sus sentimientos por el patinador de hielo era algo inútil, pero mientras no lo dijera en voz alta, no podría ser tan horrible.
Pudo ver al grupo de cuatro chicos en una esquina, luciendo nerviosos e incluso aterrorizados, los dos se acercaron a ellos a saludarlos.
—¡Hola! –exclamó Young llegando junto a ellos–. ¿Estáis bien? ¿Qué pasa?
—¡N-Nada! –tartamudeó Heeseung dando una enorme sonrisa, la cuál era tan grande que se notaba que era falsa.
—¡Debemos ir a clase! ¡Eso! –exclamó Emily y tiró de Jake–. ¿Venís?
Jay asintió y avanzó junto a ellos, luego de darle el chocolate a YoungMi para que esta pudiera comer de él. La joven llevaba levemente emocionada su peluche y comida a clase.
—¿Así qué te han dado regalos? –Sunghoon se acercó a ella, para poder conversar.
—Sí, creo que sólo ha sido una persona, pero no puedo saber de quién es –explicó ella, tenía una pequeña ilusión de que fuese él, aún sabiendo que no estaba bien.
—Oh, me alegro, ¿Jay no se ha molestado?
—No, sabe que el es mi novio y que no lo voy a cambiar –su voz se notaba insegura pronunciando aquello, pero eso no hizo que el chico no sintiera esa indescriptible presión en el pecho.
Lee observó cómo un sobre rosa sobresalía del bolsillo de su uniforme, y se sintió tentada a agarrarlo, pero prefirió preguntar directamente.
—¿Te vas a declarar a alguien? –Sunghoon se vio sorprendido ante aquello, debido a que no se percató de que la mirada de YoungMi estaba posada en el bolsillo dónde se encontraba su declaración.
—¡¿Qué!? No, no –intentó regular su respiración y disimular, pero el miedo lo invadió–. Es solo... una tontería, voy a tirarlo –sacó con cuidado de que no se viera nada el sobre y lo tiró en la papelera más cercana–. ¿Ves? Ya no existe, no era importante.
Aún así, YoungMi sabía perfectamente que era una carta de declaración escrita por él, no era tan tonta. No pudo evitar deprimirse, pensando que entonces, era imposible que fuera él quién le envió las cosas, porque habría enviado la carta junto a todo, ¿no?
Los dos fueron a clase, al llegar, cada uno fue a su lugar habitual, YoungMi al lado de Jay y Sunghoon con Heeseung.
Jay le hablaba cariñosamente todo el tiempo, la abrazaba y hacía pequeños juegos con sus manos, ella intentaba responderlos, pero el desánimo en ella era muy notable, y no pasó desapercibido por su novio.
—YoungMi, ¿estás bien? –preguntó preocupado, la joven asintió sin despegar su mirada de la espalda de Sunghoon, Jay suspiró y asintió, fingiendo que no sabía lo que pasaba.
La joven se sentía fatal, debido a que la carta de Sunghoon había sido el detonante para que no le quedara ningún tipo de sentimiento romántico para su novio, y todo iba hacia el patinador de hielo. Quería que simplemente todo fuera una pesadilla y que nada fuese así.
Lo había decidido, quizás dejar a alguien el día de San Valentín era algo cruel, pero contra antes lo hiciera, mejor sería. Jay no merecía estar con una persona que no le podía corresponder los sentimientos, era alguien increíble, pero no para ella.
Y daba igual cuanto intentara quererlo, nunca iba a poder. Siempre había tenido algunas dudas sobre sus sentimientos hacia él, pero decididamente, ya no había rastro de ellos. Luego de la cena con sus padres se lo diría, no iba a arruinar la cena familiar.
Y así, justo por la tarde, cuándo YoungMi llegó junto a Jay, mencionó que luego debían hablar. Lo que no se esperó fue todo lo que pasó.
—Jay, luego de la cena, ¿podemos hablar de una cosa? –preguntó con inseguridad, el rostro de él se volvió automáticamente serio.
—¿Esa cosa es Sunghoon? –ella se atragantó con su propia saliva, al ver cómo el chico llevaba toda la razón.
—¿C-Cómo...?
—Creo que siempre lo supe –Jay se sentó en un banco que se encontraba en el jardín, y YoungMi imitó la acción–. En el fondo, daba igual cuánto me quisiera mentir, sabía que me ibas a dejar, y que Sunghoon iba a tener que ver en la historia. Sabía que sería pronto, me di cuenta de cómo lo mirabas, era una mirada que nunca me podrías dar. Lo quieres a él, y está bien –las lágrimas se acumulaban en los ojos de los dos con velocidad–. Esta mañana... sé que querías que el regalo fuera suyo, porque realmente es él.
No pudo aguantar más, el chico había roto en llanto, y segundos, ella imitó su acción, abrazándolo.
—Lo siento... te juro que si yo lo hubiese podido elegir... me quedaría contigo, pero no puedo –susurró en su oído, y él asintió limpiándose las lágrimas y mirándola con una diminuta sonrisa.
—No es tu culpa, realmente, sé que lo has intentado, pero yo no tengo el lugar en tu corazón.
—Mereces a alguien que te quiera, de verdad.
—¿Puedo preguntarte algo? –ella asintió silenciosamente–. ¿Hice algo mal?
—No hiciste nada mal, de hecho, eres el mejor chico del mundo, te juro que eres el chico perfecto, pero no el perfecto para mí... –él asintió.
—¿Puedes besarme por última vez? Cómo despedida –pidió intentando contener sus lágrimas, se había preparado para aquello, pero dolía mucho más de lo que esperaba.
YoungMi junto sus labios con los de él, y aunque ya no tenía sentimientos hacia él, sintió una extraña paz, en parte, sabiendo que sería el último, y no debía fingir nunca más.
—Tus padres...
—No te preocupes por eso ahora, ve a por Sunghoon –pidió Jay, y ella seguía dubitativa–. Haz que merezca la pena.

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ꜱɪᴍᴘ (ᴘᴀʀᴋ ꜱᴜɴɢʜᴏᴏɴ)
Fanfictionˢⁱᵐᵖ|| -¿Qué puedo hacer por ti? -pedía ella persiguiendolo, el joven rodó los ojos molesto, debido a que siempre estaba detrás suya. -Dejar de ser una simp sería de gran ayuda -dijo con el mismo tono frío que siempre usaba. -¿Simp? ¿Me dirás que es...