—Respira hondo, y nunca olvides que estoy aquí, ¿si? –animaba Jay suavemente, ella giró su cabeza confusa mientras él terminaba de colocar su caro vestido.
—Jay... ¿qué pasa si no me reconoce? ¿Y si me humilla delante de todos? –murmuró insegura.
—No hay nada que perder –una voz dsintita detrás suya la sobresaltó, encontrándose con su novio vestido con un elegante traje.
—¿Tú qué haces aquí?
—Jay, me parece muy feo de tu parte ni haberla avisado –se quejó sonriente–. Resultó que mi familia también iba a la cena, fue una noticia de última hora.
YoungMi corrió rápidamente a abrazarlo, en realidad necesitaba algo cómo eso, un simple abrazo que la reconfortara.
—Venga, llegaremos tarde cómo no vayamos ya –avisó el estadounidense, observando tiernamente a la pareja.
YoungMi debió acostumbrarse a la vida de ricos luego de tanto tiempo rodeada de ellos, pero todavía se sorprendía viendo aquellos lujos que si vida no podía otorgarle.
Y ahí se encontraban los tres adolescentes frente a la gran mansión, extremadamente nerviosos.
—¡Sunghoon! –chilló una mujer muy parecida a él, molesta.
—¡Mamá! –respondió el temeroso, sabía que estaba en problemas.
—¿Por qué hoy no has ido a tus entrenamientos? Si quieres mejorar debes entrenar, llevas mucho tiempo faltando –regaló con severidad–. Te estuve buscando por toda la casa hasta que me enteré de que ni siquiera estabas.
—Puedo explicarlo... –comenzó a hablar, pero si madre volvió a cortarlo.
—Ven ahora mismo –ordenó y el joven les dió una triste mirada a su amigo y novia, quienes sólo se despidieron con la mano.
—Dios, parece una bruja –rió Park cuándo se habían ido.
—No hables así de mi suegra –dramatizó ella, pero no poseía algún tipo de molestia, de hecho, a Lee tampoco le había caído muy bien.
—Oh, vamos, no parece muy amable. Hay muchos rumores del tipo de persona que es, y te puedo decir que ninguno es bueno.
—Eso explica el porqué Sunghoon odia estar en su casa –razonó ella, Park nunca le llegó a contar sus problemas familiares, pero se dio cuenta rápidamente de que tenía muchos.
—Creo que sólo son unos superficiales, es decir, un asco de personas.
—Cómo la mayoría de los ricos entonces.
Los dos avanzaron silenciosamente por el lugar. Jay conocía a muchas personas mientras YoungMi no tenía ni idea de quiénes eran, pero aún así, no se sentía incómoda.
Prácticamente no volvieron a ver a Sunghoon, y las pocas veces que se lo cruzaron por la enorme casa lo podían ver deprimido, mientras siguía a su madre.
Claro, la ansiedad de YoungMi aumentó cuándo oyó aquel susurró que su amigo le otorgaba:
—Bae Chenju está allí –señaló disimuladamente al hombre, quién parecía sonriente viendo todo.
Sin ninguna duda eran familia, porque aquella sonrisa era absolutamente igual a la que Lee tenía, además de muchos más rasgos característicos cómo los ojos o la forma de la cara.
—Sois iguales –rió levemente intentando quitar intensidad al asunto–. Ven conmigo.
Tiró de su brazo mientras ella pensaba en que hacer todo el tiempo. Le tenía rencor, siempre le guardó un enorme rencor. Pero ahora que lo tenía frente a ella, sólo quería correr, abrazarlo y pedirle que le diera todo el amor que nunca le dio.
—¡Señor Bae! –exclamó el chico llegando a su lado, él se giró ignorando la presencia de su hija–. ¿Podría llevarlo conmigo un momento?
—Claro que sí, ¿qué ocurre? –respondió, caminando hacia un lugar mucho más tranquilo.
—Esto ocurre –soltó sin más, tomando de los hombros a YoungMi y colocándola frente a él–. No puede negarme que son iguales.
Chenju abrió mucho sus ojos, mientras la copa de chamoás escurría de sus manos hasta quebrarse en el suelo, decididamente la había reconocido.
—Lee... –murmuró, esperando a que completara su nombre.
—YoungMi, Lee YoungMi, padre –murmuró, intentando que su voz no temblara.
—Y-Yo... Yo no esperaba esto. Pensé que ni siquiera naciste o algo parecido.
—Sí, nací y vivo con mamá –respondió bajando su cabeza, sintiendo cómo lágrimas escurría de sus ojos.
—Necesito pensar esto, te buscaré YoungMi, pero esto... es inesperado –explicó, retirándose de allí rápidamente.
La joven se quedó viendo cómo su padre se alejaba, en shook, hasta que bajó a la realidad y su llanto se intensificó.
Jay fue detrás de él con enfado, pero aún así, alguien la abrazó, y no tardó en reconocer quién era.
—Ya estoy de nuevo aquí, simp –murmuró dejando besos en su pelo.
—S-Simplemente ha huido –susurró.
—Es también fuerte para él, ¿si? Venga, no quiero que llores.
Y seguidamente, le dio un largo y cariñoso beso en sus labios, que ella no tardó en responder.
Claro que este se vio interrumpido al ver cómo Sunghoon se separaba de ella bruscamente.
—¿Algo que explicar, Park Sunghoon? Me voy 5 minutos y ya estás con una... –la señora Park miró con desdén a YoungMi, quién, con algo de rabia acumulada, no tardó en responder.
—¿Una qué? ¿Una persona?
—¿Cuál es tu familia? ¿Si quiera tiene dinero?
—Eso realmente no importa, señora.
—Tú eres el porqué mi hijo se está saltando los entrenamientos, ¿no? Una simple chica de clase baja –escupió con asco.
—Yo no consideraría a la hija de Bae Chenju clase baja, señora Park –dijo aquel hombre a sus espaldas, sorprendiendo a todos menos Jay, quién volvía con él junto a una socarrona sonrisa.
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ꜱɪᴍᴘ (ᴘᴀʀᴋ ꜱᴜɴɢʜᴏᴏɴ)
Fanficˢⁱᵐᵖ|| -¿Qué puedo hacer por ti? -pedía ella persiguiendolo, el joven rodó los ojos molesto, debido a que siempre estaba detrás suya. -Dejar de ser una simp sería de gran ayuda -dijo con el mismo tono frío que siempre usaba. -¿Simp? ¿Me dirás que es...