018.

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Tocó la puerta una sola vez.

Oh, Dios. Estaba mal.

Incluso pudo sentir un leve mareo dentro de sus entrañas.

Dió de nuevo un golpe mucho más suave que el otro. Sentía como su respiración empezaba a agitarse.

La mano de la castaña se apoyó en su hombro, en una forma de tranquilidad, que sorprendentemente funcionó.

Podría decir que jamás estuvo tan nervioso en su corta vida. Era una apuesta, y jamás le gustaron.

Para él, la incertidumbre era el peor sentimiento que podía existir; el no saber que pasar, un sí o un no, era totalmente alarmante para él.

Tocó de nuevo, con un poco de más fuerza.

Pudo tener un muy viviente recuerdo de la despedida que tuvo con el rubio hace tres años. Ojalá reaccionara así ésta vez.

Se sentía con mariposas en el estómago. Ahora no por estar enamorado, sino por sus nervios.

La tercera no fue la vencida.

Tocó de nuevo, más fuerte. Cerró los ojos por impulso al ver que sonó casi desesperado; una pequeña risita de la chica pudo escuchar.

Alzó su vista e hizo una nueva con sus labios al ver que no abrían.

¿Qué estarían haciendo?

Nuevamente, dió otro toque. Ésta vez ni se inmutó de lo fuerte que era, realmente quería acabar con esto de una sola vez.

Y esa, esa fue la que ganó.

Se abrió la puerta, dejando ver al rubio de perfil, pues aún estaba como burlándose de la insistencia. Lo que sí pudo ver fue el cambio de expresión que tuvo Alex a través del hueco de la puerta.

Pudo notar que llevaba los lentes, pues vió la pata de éstos. Y, oh Dios, estaba igual que hace tres años.

Sus bonitas pecas del tono canela que tanto adoraba junto el verde brillante de sus ojos, además del rubio sucio de su cabello.

Suspiró, ya ni nervioso; ya de amor. Incluso si aún no le correspondían.

El mismo sentimiento con el que siempre sentía cuando estaba con él. Ese mismo. Ese en el que sientes que desaparece todo en tu alrededor y solo se concentra en alguien.

Ese.

Se sentía tan nervioso como adolescente de secundaria confesándose a la chica que le gusta.

Aunque en ésta ocasión, era él.

- Muy bien, ¿Por qué tanta-? - giró su vista y pudo ver cómo su mirada cayó al momento.

No estaba seguro de si era de felicidad o de disgusto.

Le sonrió suavemente mientras sentía como las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos. ¿Ya podría tener su felices para siempre?

Abrió sus brazos, no queriendo anticipar el contacto. Solo si él lo aceptaba.

El ojiverde casi se lanzó con una sonrisa, murmurando pequeñas cosas mientras levantaba al británico del suelo.

Estaba sucediendo.

- ¡Tú estás aquí! - alzó la voz el más alto mientras escuchaba la risa del de cabello oscuro.

Tal vez no se tuvo que preocupar tanto.

Se separó del hueco del cuello del chico, pasando sus manos por el cuello del contrario, observando los ojos verdes que tanto adoraba de él.

19 of June | dreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora