El Destino de un Reencarnado ~Mushoku Tensei~ (PAUSADO)

Capítulo 36: El sueño de la Princesa de Azul.

Nuevo capítulo en escena. Por favor, me gustaría que ustedes dejaran sus votos. Ya llevo muchos capítulos que llegaron a los 100 y eso me alegró mucho, pero enseguida otros que le siguen toman un bajon a 80 o incluso 70 y eso me pone un poco triste al pensar que no les gusto mucho, lo que puede ser eso. Por eso me gustaría que votaran en mis capítulos, incluyendo este. Ahora, les dejo con este episodio que la verdad, no sé si está bueno o no. Solo espero que disfruten. 

Advertencia; Mushoku Tensei y sus personajes no son de mi propiedad, crédito a sus respectivos creadores. Solo el personaje principal y el rumbo de esta historia son de mi propiedad. Me disculpo por errores gramáticos.

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*goteo – goteo – goteo – goteo*

El interminable sonido de las gotas húmedas tocando el suelo acarició mis tímpanos con dulzura, su presencia resaltando la soledad, el silencio y la humedad en este misterioso y lúgubre lugar.

Mi cerebro se puso en marcha al instante en que esas gotas sirvieron como alarma para despertarme, todos mis músculos entrando en funcionamiento para poder comenzar otro devastador día que llevo encerrada en este infierno.

Mis párpados se sintieron pesados, muy pesados. Sentí dolor en todo mi cuerpo cuando apenas moví un poco mi torso de la cama improvisada que utilizaba, que no era más que una roca pequeña con forma de almohada. Sufría como una maldita anciana todos los días desde que terminé aquí, era peligro constante lo que vivía y no podía tomarme ni un solo descanso.

"¿Dónde estás?" se preguntarán de seguro. Bien, se los diré. ¡ESTOY EN EL MALDITO LABERINTO DE TELETRANSPORTACIÓN DE LAPAN!

Bueno, bueno, mejor calmémonos y empecemos de la forma adecuada. Mi nombre es Roxy Migurdia, maga de Rango Rey en el elemento Agua y Rango A como aventurera. Mi procedencia inicia en el Continente Demonio, Makai, y empecé a viajar por todo el mundo en busca de aventuras a temprana edad. Podrías hasta decir que era solo una mocosa cuando inicié todo este viaje.

Sí, se que no es prudente, pero no lo podía soportar. Como sabrán, al nacer en Makai, inmediatamente me califico entre una de sus derivadas razas mágicas o demoniacas, como le quieran decir. Migurdia, mi apellido ya me delata ante todos al igual que mi destacable cabello color azul cielo. La raza Migurd es muy conocida por todos en Makai, siendo su fama no tan buena que digamos. Primero está su establecimiento, siendo un pueblo completamente alejado de toda civilización debido a su mala reputación al estos ser antes muy buenos aliados de los Supards, raza maldita a la cual también tenemos algunas similitudes con el cabello, obteniendo el característico color maldito siempre y cuando una luz con un tono específico nos golpee.

Ese vendría siendo el problema uno. El problema dos es que, a parte del líder, nadie más sabe hablar ahí. Los Migurd son conocidos como la raza mágica silenciosa debido a que su capacidad de hablar verbalmente se ve alterada y lo cambiamos a pensamientos. Si, somos telepáticos o algo así. Nuestra habilidad es única a diferencia de otras razas, dándonos la posibilidad de comunicarnos a través de puros pensamientos y reducimos la necesidad de hablar a 0 absoluto, convirtiendo nuestra aldea en prácticamente una tumba silenciosa para los extranjeros.

Ahora viene mi caso. Yo soy un completo fracaso. No nací con esa habilidad tan destacable que tienen los Migurd. Mis padres se asustaron cuando supieron que no podía ni siquiera contestarles sus palabras a través de pensamientos y optaron por tratarme como otros más de allá afuera. En esos tiempos, yo solamente era una niña inocente que no sabía que era el mundo. Cuando me enseñaban, ellos ni siquiera tenían idea de como se escribían las palabras, es más, ni siquiera sabían leer. No acostumbramos a leer, al menos en voz alta, nuestras cuerdas vocales no están hechas para pronunciar, después de todo, mucho tiempo con la boca cerrada implica deterioro de las cuerdas vocales. Mi inocencia como niña rápidamente se esfumó cuando tuve mi primer encuentro con los otros niños y me di cuenta de mi situación como marginada, como extraña, como... ¿una paria?