Capítulo 1: La fuente del destino

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Capítulo 1: La fuente del destino

Un rayo de sol atravesó la ventana y se posó en mis ojos, anunciando el comienzo de un nuevo día. Sonreí, contenta de estar en Londres, después de años soñando con esto. Me levanté  

de la cama y caminé hacia la ventana, las cortinas estaban cerradas, pero había un orificio por donde se podía ver la ciudad. Londres. Qué lindo era! Gente caminando de allá para acá, algunos se veían apurados, otros felices, admirando la belleza de todo. Los teléfonos rojos se abrían y cerraban, gente entraba y salía, quizás llamando a su familia, a sus amigos, a sus novios... Un niño discutía con una señora mayor que parecía ser su abuela, chillaba y lloraba agitando sus manos de arriba hacia abajo, mientras la abuela lo miraba con dulzura y le daba palmaditas en la cabeza. Más allá, entre 2 edificios pequeños, se asomaba una fuente de cerámica, cubierta de mosaicos de colores que dibujaban un típico paisaje londinense, los autobuses, el Big Ben... Me encantó, tenía que ir para allá y tomarle fotos. Mi escuela de fotografía me había permitido ausentarme unos meses, siempre y cuando, a la vuelta, le llevara una carpeta con fotos de Londres, pero no el típico Londres, si no que el Londres auténtico. No estaba segura de qué quería decir eso, tenía que averiguarlo por mi misma, pero si de algo estaba segura, era que esa fuente me iba a ayudar a descubrirlo.

Me di la vuelta y miré mi nueva habitación. Dormía con dos chicas más, pero todavía no las conocía. Había llegado ayer y ellas no estaban en el cuarto, y cuando se acostaron yo ya dormía. Ellas ahora estaban durmiendo profundamente, seguramente anoche hubo una fiesta, porque la residencia estaba casi vacía. Cosa que me sirvió para relajarme, leer, ducharme tranquila y para ordenar la habitación, mis nuevas compañeras eran un desastre. 

Abrí mi ropero y me puse una blusa de algodón gris, unos vaqueros negros ajustados, una chaqueta de blue jean y mis botas altas. Me tomé el pelo con un elástico, tomé mi cartera con mi cámara y corrí al baño. Me lavé los dientes, un poco de rímel, Chapstick y estaba lista.

Salí de la residencia y caminé hacia la fuente. Hacía un frío horrible, el viento se me metía por el cuello y me helaba el cuerpo. Las nubes se movían rápidamente, tapando lo poco que quedaba de luz, parecía como si se acercara una tormenta.  

Caminaba mirando hacia el frente, veía como la fuente se hacía cada vez más y más grande. Pude apreciar mejor los dibujos, los mosaicos, era realmente bellísima, la estatua de una niña con un paraguas se cubría de las cascadas de la fuente, tenía una mirada muy fría, me daba escalofríos. Me acerqué un poco más para poder fotografiar mejor su rostro, me subí sobre la baranda y de repente, de un momento a otro, me encontré tirada en el agua. Cada hueso y cada músculo de mi cuerpo crujió en protesta contra ese frío que me heló el cerebro. Tiritando de frío traté de salir, pero no podía moverme, no podía mover ni un sólo músculo. La impotencia de no poder salir me hizo romper a llorar, me abracé las piernas al cuerpo y traté de no pensar en el frío que tenía.  

Cerré los ojos y esperé, no se lo que esperaba, quizás la muerte, quizás un milagro, quizás alguien que me rescatara... Pero fue en vano, nadie venía, no me moría, y mi cuerpo estaba cada vez más tieso.

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Hola! Gracias a todos por leer mi historia :) Me hacen realmente feliz.  Le dedico este primer capítulo a una de mis mejores amigas, ella fue la que me impulsó a escribir esta historia. 

Un beso

Tras sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora