Capítulo 32

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Encuentros íntimos 

—Te necesito... —susurró James. Dave se tensó ante las palabras, quedando inmóvil casi al instante, sin saber que decir o que hacer. En el fondo tenía la necesidad de corresponder a las palabras, pero simplemente no podía.

Estando ahí, dentro de una camioneta estacionada en medio de una infinidad de vehículos desconocidos, Dave luchaba por entender lo que ocurría en su cabeza, por saber que quería responder, luchando con su orgullo, con el rencor que había provocado la abrupta ruptura con James. El tiempo pasaba muy rápido, y al no recibir respuesta alguna, James deshizo el abrazo y tras limpiar la humedad de sus mejillas encendió la camioneta, disponiéndose a conducir hasta el hotel. Se sentía como aquellas veces en que sus compañeros de secundaria lo molestaban, se sentía humillado, o al menos lo más parecido a la humillación.

En el ambiente podía sentirse la tensión, ninguno de los dos pronunció palabra alguna en el resto del camino, únicamente escuchaban las melodías que pasaban en la radio, que de vez en cuando eran interrumpidas por la molesta voz del locutor. Para cuando llegaron al hotel el sol se asomaba apenas, abriéndose camino entre los nubarrones grises que amenazaban con dejar caer una lluvia intensa encima de esa parte de la ciudad.

Al estacionarse, James únicamente quitó las llaves y las guardó en el bolsillo de su pantalón, buscó las llaves correspondientes a su cuarto de hotel y cuando posó su mano en la manija, el agarre en su brazo lo detuvo. Volvió la vista y se encontró con Mustaine, quien lo miraba con seriedad.

—¿Estás seguro? —la pregunta tomó a James por sorpresa, no sabía a qué se refería Dave. Su mirada confundida fue suficiente para que Mustaine lo entendiera—. Lo que dijiste..., ¿estás seguro?

Ahora sí, James sabía a lo que se refería Dave. Asintió energéticamente sin saber que decir. Estaba nervioso, ¿qué iba a decir Mustaine al respecto? Ya lo averiguaría. Dave, totalmente sorprendido, apenas se animó a acercarse cautelosamente al chico frente a él, tras intercambiar miradas por unos segundos, de manera tan abrupta que los tomó por sorpresa a ambos, lo besó. Besó esos labios tan dulces como recordaba, tan apetitosos y tan finos que lo hacían estremecer. Presas del nerviosismo, ninguno se animó a separarse o siquiera dar alguna señal de querer hacerlo; sus respiraciones agitadas y el sonido húmedo del contacto eran los únicos sonidos que venían a ellos. Sin muchas penas ni vergüenzas, James jugaba con los sedosos y suaves cabellos de Dave, deshaciendo las ondas no definidas que se formaban en esa frondosa y pelirroja melena que poseía su amigo. Ambos estaban tan sumidos en el intercambio amoroso, que encontrarse en el estacionamiento del hotel —quizá totalmente solos, a excepción de los múltiples autos alrededor— parecía no importar en lo más mínimo, ni siquiera el leve temblor de su cuerpo ante la helada brisa, que se colaba por las rendijas del vehículo. Mustaine se sobresaltó el sentir el brusco agarre en su trasero, apenas un leve gemido salió de sus labios, siendo acallado por la boca del contrario. Aquello que había comenzado siendo un beso necesitado y tierno, cargado de sentimientos confusos por parte de ambos, terminaría siendo un momento completamente íntimo, un momento que acabaría de explicar sus intenciones y pensamientos.

El camino hacia la habitación de James no era muy largo, pero en ese momento, en que dos jóvenes eran envueltos por el deseo cada momento contaba, cada segundo y cada minuto transcurrido contaba, y apenas llegaron al cuarto y la puerta tras ellos se cerró, una vez puesto el seguro para no tener interrupciones, James aprisionó los labios de Mustaine, desesperado y deseoso porque el momento siguiera su curso natural. Dave lo correspondió sin problemas alguno.

Apenas tocar la ya desordenaba cama, ambos supieron que no había retorno, realmente no lo necesitaban. Juntaron sus labios en un deseado beso, uno lleno de excitación y lujuria suplicando por ser extinguidos. Cada roce de sus manos sobre la piel del otro los llenaba de una excitación sofocante, sus pieles parecían estar encendidas en calor; ambos querían que eso sucediera, de eso no había duda, pero no quitaba la vergüenza de verse envueltos en esa situación, ese contacto tan intimo que ya habían experimentado muchas veces anteriormente.

Promises ~Hetstaine~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora