Promises ~Hetstaine~

~Promises~

Capítulo 34

El tiempo transcurrido desde 1984 hasta 1986 había sido memorable para ambas agrupaciones. Por un lado, estaba Metallica que había sacado ya su tercer disco de estudio, el cual llevaba por título "Master Of Puppets" y que había sido como una catapulta a la fama -pero no estarían en la cúspide de su éxito hasta años más tarde-; el sólo nombre de la agrupación significaba lugares llenos de gente cantando a todo pulmón cada una de las composiciones de Metallica. Ciertamente estaban orgullosos de su trabajo, era increíble como habían crecido tan rápido, esos cuatro chicos que se habían encontrado por una casualidad en el instituto menos reconocido de L.A habían sacado adelante el proyecto al que tanto empeño habían puesto. Si se hablaba de raíces o comienzos, se podría decir que Metallica se originó en aquel baile de graduación, donde habían puesto todo de sí mismos.

Por otro lado, se encontraba Megadeth, que para ese momento había sacado dos álbumes de estudio, y unos más se aproximaba, siendo el "Peace Sells... But Who's Buying?" el material más reciente. Su éxito ascendía poco a poco, eran la nueva sensación de esos años, la música que presentaban era algo completamente nuevo a oídos del público más joven, que se encargaba de comprar cada uno de los novedosos álbumes que la banda tenía que ofrecer. Al igual que Metallica, estaban orgullosos con lo que habían logrado, por supuesto que les esperaba mucho más, pero aún eran unos jóvenes atolondrados por los excesos que conllevaba la fama. Pronto descubrían que los mitos acerca del Rock n' Roll eran totalmente ciertos; la frase que presentaban era cierta, el famoso "sexo, drogas y alcohol" era algo que vivían con constancia a lo largo de su carrera. Simple y sencillamente no podían estar más felices y satisfechos con eso.

(...)

Justo como habían prometido, James se encargaba de llamar a Mustaine todos los fines de semana -muchas veces el que llamaba era Dave-, y por supuesto que también lo hacía cualquier otro día. Parecía una tontería romántica o algo así, pero en cada una de esas llamadas contaban como había ido su día, como iban las cosas en las presentaciones y las grabaciones de cada nuevo álbum; era algo divertido que ninguno de los dos había acostumbrado hacer hasta ese momento, simplemente disfrutaban de escuchar la voz del otro. A pesar de los altibajos, se podría decir que su relación se mantenía intacta, casi nada había cambiado. Acostumbraban verse siempre en los espacios que quedaban entre cada concierto realizado, pasaban el tiempo juntos unos cuantos días y luego volvían a su rutina. Ya se habían acostumbrado, siempre era grato volver a verse después de tanto tiempo.

La tarde del trece de septiembre de 1986 no fue una excepción a sus ya acostumbrados encuentros. Esta vez se encontraban en L.A, el lugar donde todo había comenzado. Luego de unas cuantas paradas de tienda en tienda para conseguir algunas cervezas y unos cuantos cigarrillos, después de comprar algo de comer y dar vueltas por la ciudad en vehículo, justo antes de que dieran las cinco y media de la tarde llegaron a su destino. Estacionaron en frente de la vivienda, regresar allí siempre era nostálgico. Aquella casa en la que habían compartido miles de recuerdos, buenos y malos, ahora era completamente suya... de los dos..., y volver después de tanto tiempo era como regresar a su hogar. Quizá para James significaba recordar a su padre, pero había mucho más detrás de eso; la mayoría de buenas experiencias habían quedado ahí guardadas, impregnadas en las paredes como recuerdos vívidos.

Los jóvenes bajaron del auto entre risas y forcejeos, teniendo cuidado con las botellas de cerveza que llevaban en las manos; después de todo no eran tan diferentes, aún seguían teniendo esa conexión de inmadurez que los caracterizaba, y no estaba mal, al contrario, era como su esencia.

-Oye quédate aquí, Dave. -dijo James, indicándole al pelirrojo los escalones de la entrada que conducían a la puerta. Mustaine asintió sin mucho interés en cuestionar el por qué.