Capítulo 33

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Desilusiones 

La mañana siguiente era una de esas en donde la llovizna parecía querer durar por el resto del día; la brisa helada emitía un silbido, uno bastante relajante, las hojas de los árboles se mecían con tranquilidad, a decir verdad, el día era bastante bonito.

Esa mañana, justo a las ocho en punto, Mustaine se levantaba con un inmenso dolor de cabeza, que era una de las muchas molestias que lo atormentaban luego de un día tan ajetreado. Se levantó de la cama rápidamente y se encaminó al baño, sentía que el vómito saldría en cualquier momento. Apenas llegó, las arcadas lo hicieron caer de rodillas, justo frente a la tasa del baño donde expulsó todo ese liquido amarillento y pútrido, tan asqueroso como todas las demás veces que lo había visto. Una vez acabó se dispuso a darse una ducha, una con agua calientita, relajante. Antes de entrar a la ducha cepilló sus dientes, el sabor repugnante del vomito aún permanecía en su boca, algo realmente asqueroso.

Se desvistió lentamente, aún le dolía la cabeza, sus cienes palpitaban y cada sonido cercano lo irritaba, pero lo aceptaba, eran las consecuencias de la vida que llevaba alguien metido en el mundo del Rock n' roll. Cuando entró a la ducha y el agua caliente empapó su cuerpo sintió una relajación instantánea, el dolor de cabeza disminuía de a poco y para cuando salió de la ducha había desaparecido casi por completo.

Dentro de treinta minutos salía su vuelo hasta Londres, tenía que apurarse si no quería desperdiciar el dinero ya gastado en el boleto. Al salir del baño se encontró con James, que se veía casi tan jodido como él; tras un intercambio de palabras —los buenos días, nada más—, ambos se dispusieron a hacer lo que les correspondía, en este caso prepararse para salir pues Hetfield se había ofrecido a llevar a Mustaine al aeropuerto, aprovechando para despedirse de él.

(...)

El camino al aeropuerto no fue exactamente largo, era cierto que iban a contra tiempo, pero aún alcanzaban a llegar a la hora acordada en el boleto. James conducía mientras fumaban cigarrillos y tomaban la poca cerveza que les quedaba de la noche anterior, su platica no era para nada relevante, pero era agradable.

Una vez llegaron a su destino, ambos bajaron el escaso equipaje de Dave, seguido hubo un momento de silencio abrumador, había sido agradable pasar tiempo juntos, y sobre todo arreglar las cosas entre ellos. Estando ahí, parados en la acera, observando a la gente entrar y salir del gran aeropuerto, ambos se abrazaron, envolviéndose en un gesto lo suficientemente nostálgico como para considerarse una despedida, con un sentimiento digno de unas de esas películas románticas que tanto les desagradaban a ambos.

—Nos vemos luego. —dijo Mustaine, susurrando al oído de James, causando que un escalofrío los recorriera a ambos.

—Sí... te quiero, Dave. —dijo James, esbozando una pequeña sonrisa, que fue correspondida por Dave.

—Yo también, James —Dave observó rápidamente al rubio frente a él. Aquellos ojos azules que tanto le gustaban ya no reflejaban tristeza, más bien era una combinación bastante extraña, la cual le daba un brillo único—. Antes de irme... Nunca me contaste que te pasó ayer... ya sabes.

Hetfield bajó la mirada con una vergüenza notoria, era cierto, tal vez había quedado como un tonto frente a Dave.

—Oh, tiene que ver con mi padre, ahora que murió sus bienes tienen que repartirse entre sus familiares. Todo pasó muy rápido, supongo que ni siquiera tuve tiempo de perdonarlo por descuidarme. Aún me cuesta asimilarlo ¿sabes? —James sonrió de lado. La nostalgia y la tristeza se percibían en su hablar. La pérdida había sido reciente, y eso Dave lo comprendía, a él mismo le había sucedido con su propio padre, justo después de que se disponía a formar una relación padre e hijo con él todo se había ido a la mierda.

Promises ~Hetstaine~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora