Capítulo 3 - El cazador cazado [Parte 4]

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El grupo de Chris y Sophia se adentró en un bosque lleno de secuoyas y limpio de cualquier maleza que pudiera crecer a la sombra de los majestuosos árboles. Entre las lejanas ramas se vislumbraban algunos rayos de sol, pero no se podía ver el cielo.

—Teniente Volkov, ya estamos internos en el bosque, ¿qué hacemos? —dijo Chris después de pulsar dos veces sobre su audicerto.

—Lo mejor es que ellos os encuentren a vosotros y que os mostreis tranquilos para que se acerquen, no disparéis las nivarakas hasta que esté lo suficientemente cerca. Sobre todo no os separeis por ningún motivo o os podeis dar por muertos. —contestó la teniente a través de todos los audicertos al cabo de unos pocos segundos.

—Entendido —dijo Chris.

—Es única dando ánimos, ¿eh? —dijo la niña más pequeña del grupo, Emel Uygun, mirando en todas direcciones.

Emel tenía 10 años y cara de muñeca de porcelana con nariz respingona. Sin embargo, era muy bajita para su edad y aparentaba no tener más de 5 años.

—No entiendo por qué tenemos que dejar que se nos acerquen esos salvajes y confiar que no nos harán nada —se quejó Emel.

—Si creen que sois de los vuestros no atacarán —respondió Chris.

—¿También creían eso los de los últimos grupos que desaparecieron? —preguntó Sophia con ironía.

Chris se encogió de hombros.

—No sé... ¿qué quieres que te diga, Sophia? —contestó Chris.

—¡Pues que nos digas la verdad! Si los que intentaron atraparlos antes que nosotros fracasaron, ¿qué podemos hacer nosotros diferente para no hacerlo?

—Por lo que hablé con la teniente coronel, los otros grupos iniciaron un ataque y los wiszhwiszh contratacaron con magia y los aniquilaron.

—¿Y si nos descubren y hacen lo mismo con nosotros? —dijo Sophia inquieta.

—Eso es para lo que nos han criado, al fin y al cabo, Sophia. Estamos preparados para esto —contestó Chris.

Todos asintieron con resignación y cara de miedo.

—¿Nos han preparado para morir? —dijo Sophia.

—¿No has aprendido nada en todo este tiempo, Sophia? No, nos han preparado para defender al Primer Orden y a los ciudadanos del mundo, aunque tengamos que dar nuestra vida a cambio.

—¿A cambio de qué? ¡Eso no cambiaría nada! —dijo Sophia.

Entre los bosque se oyó un ruido como de una rama troncharse. Todos hicieron un corrillo protegiendo sus espaldas, excepto Sophia y Chris que estaban demasiado ocupados discutiendo.

—¡Ssshh! —les mandó callar Emel señalando en la dirección que parecía haber escuchado el ruido.

Sophia y Chris permanecieron en silencio y pronto apareció una dulce niña wiszhwiszh que no tendría más de tres años con un pelo rubio pollo largo y ondulado hasta el culo. Su vestido estaba hecho de millones de gotas de rocío sobre un fondo de flores. Se acercó muy lentamente con una amplia sonrisa y los brazos estirados en señal de bienvenida. Cada paso que daba la niña hacia adelante, Sophia daba dos pasos hacia atrás. Todos la miraban anonadados y solo Chris tenía la mano en la parte de atrás de su espalda y empuñaba la nivaraka.

En unas décimas de segundo la niña dio un salto de dos metros en el aire y se mantuvo flotando. Su pelo rubio se convirtió de color negro carbón y liso como tachas en todas direcciones. Emitió un sonido como un cuervo rabioso a punto de arrancar los ojos de una presa y el blanco de los ojos desapareció dejando ambas bolas de color negro.

Sophia Plera - La cuna de los valientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora