Capítulo 3 - El cazador cazado [Parte 8]

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—¡Chris! No sabes lo que me alegro de verte —le dice Sophia con asombrosa sinceridad y Chris la mira con sospecha.

—¿Qué ha pasado?

Chris le tiene la mano a Sophia para ayudarla a levantarse, pero Sophia está bastante débil y se tambalea por lo que se abraza a su cuello y se miran a los ojos. Es lo más cerca que han estado nunca el uno del otro.

—Me ha roto la vincomnis.

—¿Qué? ¿Cómo?

Sophia estaba dispuesta a contárselo todo a Chris, pero Chris la interrumpió:

—¿Has estado hablando con él?

Sophia simplemente asintió.

—No, no me cuentes nada. ¡No quiero saber nada, joder! No quiero ser cómplice de esta mierda.

Sophia bajó la cabeza.

—Solo hay una cosa que debes creer: no creas nada —le dijo Chris.

Sophia se sintió desconcertada al escuchar exactamente las mismas palabras en boca de Chris.

—¡Joder! ¿No te cansas de liarla todos los días?

—¡No he hecho nada!

—¿Qué no? ¿Cómo puedes decir que no? Abandonaste el grupo y estuviste de cháchara con un wiszhwiszh. ¿Hay alguna cosa que esté más prohibido que eso?

—¿Matar a un miembro del grupo? —dijo Sophia como si Chris estuviera realmente esperando una respuesta.

—Eso es de lo que me entran ganas contigo...

—Tú tampoco eres tan perfecto como todos creen, ¿lo sabes? ¡También te saltas las normas y siempre te he encubierto sin reprocharte nada!

Chris se quedó atónito. Nunca antes Sophia le había recriminado nada y sabía que en el fondo tenía razón.

—Escúchame bien... Hagamos un juramente que nunca debe salir de aquí. No le diremos a nadie que abandonaste el grupo, que hablaste con un wiszhwiszh y que te desactivó la vincomnis. Cuando volvamos a Murvi hablaré con alguien para que lo solucione.

—De acuerdo.

—Diremos que atrapaste a este wiszhwiszh tú sola y que lo trajiste a la base. Yo nunca estuve aquí ni tuvimos esta conversación, ¿entendido?

Sophia asintió.

—Y ya que te voy a encubrir, te agradecería que no le contaras a nadie lo de mi relación con Zooey...

—Es un secreto a voces. Todos lo sabes.

—Son habladurías, realmente nadie sabe nada... Lo importante es que no llegue a los oídos de mi madre.

—Tranquilo, yo no diré nada.

—Y un último favor...

—¿Sí?

—Sobre todo no le digas nada a Zooey que me viste con Sue en las perreras... Fue... Yo... Ni siquiera...

—Está bien, Chris.

Chris respiró tranquilo.

—Está bien, ahora llevémonos a este engendro. Os dejaré cerca de la base y esta noche saldré con la moto y con los perros en búsqueda de supervivientes y os encontraré. Deberás dormirlo cada hora.

—He perdido mi nivaraka.

—Quédate la mía.

Sophia había recuperado las fuerzas pero todavía seguía enchanchada al cuello de Chris. Chris le echó una mirada que significaba: «¿Estás lista para soltarme e irnos?». Sophia entendió su lenguaje no verbal y lo liberó. Chris sonrió y se quitó la camiseta mostrando sus fuertes músculos. Atado al pecho tenía un arnés y dentro del arnés una especie de lona con asideros que se quitó y estiró. Se volvió a poner la camiseta. Agarró con firmeza a Vigg y lo tumbó encima de la lona. Ambos levantaron la lona a modo de camilla a la vez con una simple mirada y señal de cejas.

—Me alegro de que estés bien —le dijo Chris.

En otro momento Sophia le habría dicho: «Y yo también», pero por alguna extraña razón no se sentía contenta. Es más, notaba una profunda tristeza en el pecho y ganas de llorar y salir corriendo, pero no lo hizo. Siguió andando con paso firme y llevando a Vigg en dirección a la base.

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Foto de Nathalie Désirée Motet

https://unsplash.com/photos/lRKM2STBj14

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Sophia Plera - La cuna de los valientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora