Capítulo 32 - Como perder la dignidad

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No puedo parar de pensar en la llamada de ayer. Lejos de avergonzarme por ello lo volvería a hacer una y mil veces más. Son las 12:00 y he tenido muchas pesadillas a lo largo de la noche. Lo he pasado fatal la angustia y la ansiedad han estado presente en todo momento.

Miro hacía la cama de Maya y no está. Me ducho y me pongo un chándal, me meto de nuevo en la cama.

Suena mi móvil. Es Dani.

— Bonito edificio.

— ¿Dani?

— Hola, ¿vienes a recibirme o tengo que subir yo?

Me asomo por la ventana y lo veo. Me calzo corriendo y bajo hasta donde está.

— Menuda sorpresa. — salto a sus brazos.

— Yo también te he echado de menos. — me da un beso en la cabeza.

Vamos a almorzar a un bar de las afueras del campus. Hablamos de como van mis clases y de como me estoy adaptando poco a poco a esta nueva etapa.

— ¿Y mi cuñado como lo lleva? — me guiña un ojo.

Mierda no se lo he contado y al parecer Toni tampoco le ha dicho nada.

— Bien. — cambio de tema para no tener que hablar de él. — ¿y Alana y tu qué tal?

— No la he vuelto a ver, ella tiene sus cosas y yo las mías.

— Uy, ¿ha pasado algo? — le interrogo.

— No, nada. Pero yo no puedo sacarme de la cabeza a ... Y Alana es una buena niña que no se merece ser el clavo de nadie.

— Bueno, ahí te tengo que dar la razón.

— Pero no hablemos de otros, cuéntame de ti. ¿Muchas fiestas?

Le explico como han sido, pero omitiendo las partes en las que he llorado por Toni. No quiero decírselo, no a él que lo ve diariamente. Se que se lo acabaré contando, pero tengo que estar bien primero.

Después vamos al campus y nos tumbamos al sol un buen rato. Necesitaba pasar tiempo con mi hermano y sentir su cariño.

— ¿Te quedas a dormir? — ojalá diga que sí.

—No puedo Gala, Alfonso me está esperando. Le dije que me recogiese a las 18:00.

Me pongo triste, porque el tiempo se me ha hecho corto. Pero me ha alegrado el día porque no esperaba verlo y no era consciente de que le extrañaba tanto.

Después de enseñarle mi habitación y presentarle a Maya le acompaño hasta el coche donde le está esperando Alfonso.

— ¡Alfonso me alegro de verle! — le saludo desde fuera del coche.

— Señorita Gala, ¿cómo le va?

— Ahora mejor, gracias por traer a mi hermano Daniel.

— Es mi trabajo no las de. — me sonríe.

— Acéptelas. — los dos sabemos que no es solo por eso, es por todo lo que hace por nuestra familia a diario.

— Gala que está casado. Uy la obsesión por los chóferes... — bromea.

Le doy un codazo y él se ríe. Después de darle un abrazo con todas mis fuerzas me despido de él.

— Te quiero mucho, dale un beso de mi parte a Martín y dile que cuando lo vea le va a faltar casa para esconderse de mi y de los besos que le voy a dar.

—Tu hermano favorito soy yo, pero vale... — grita sonriendo por la ventanilla del coche mientras se va.

— Que tonto eres... — le digo adiós con la mano.

Hasta que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora