Silencio y caos es lo que tienen los hospitales y es dentro de ese silencio donde habitan los gritos desesperados de los acompañantes de los hospitalizados, el cansancio de los profesionales que atienden a sus pacientes incansablemente para devolverles una oportunidad, aquella que el destino a puesto en juego, la incertidumbre de saber si todo irá bien o, por el contrario, ese silencio será destapado por los gritos, los gritos de aquellos que aún hoy tienen voz. Me he visto envuelta en ese silencio muchas más veces de las que me gustaría admitir, la palabra hospital me horroriza y es que lo que para algunos es un salvavidas para otros, como a mi es la cuerda que nos aprieta, que nos recuerda que estamos de paso, que no somos nada.
Nada es lo que pasaba por mi mente cuando crucé las puertas, desorientada sabiendo que mi rumbo iba para una dirección encontrar a mi madre sin saber lo que ello me deparaba.
- Gala menos mal que estás aquí. – me abraza.
Esas fueron las primeras palabras que escuché de mi padre después de meses.
- ¿Qué hace él aquí?
- Gala, no es lugar. – se acerca Dani.
- ¿Esto va en serio? No puedo creerlo. – la rabia crece en mi y pese a que es un hospital no puedo soportar la idea de pensar que él, quien se ha reído de todos nosotros está aquí, como si nada.
Estoy a nada de perder los nervios cuando mi mirada se desvía al final de pasillo y es a Toni a quien veo, su cara de preocupación hace que mi mente vuelva a lo importante, el motivo por el que estoy aquí, mi madre.
- Toni, gracias por venir. Disculpa que te haya llamado en tu día libre, pero Alfonso no podía venir hoy. – mi padre le da la mano.
- No hay de que señor. – le responde.
Toni se distancia un poco de nosotros, pero mantenemos contacto visual. Sin pensármelo ni un segundo voy hacía él, mientras me dirijo veo en su rostro lo desconcertado que está por ello, cuando lo tengo frente a mi rodeo su preciosa cara con mis manos y le beso. Él rodea mi cintura tímidamente. El beso no dura más de dos segundos, pero es el boca a boca que necesitaba en este momento.
- Te quiero. – le digo.
- Te quiero. – me responde y me da un beso en la frente.
La cara de mi padre es un poema, pero su opinión al respecto está lejos de importarme, ya no.
Un doctor viene hacía nosotros y la tensión fruto del momento que acabamos de protagonizar se disipa.
- ¿Doctor tenemos noticias?
- Señor, su esposa se encuentra en un estado muy grave, no responde a los fármacos y el tratamiento hasta la fecha no ha conseguido remitir el cáncer. Sabíamos que este momento llegaría, pero esperábamos ganar algo más de tiempo. Lamento mucho tener que ser yo quien de la noticia.
Cáncer, ¿qué cáncer? ¿des de cuando? ¿por qué no sabía nada de ello? ¿y por qué él sí y no nos ha dicho nada? Mis hermanos y yo tenemos la misma cara, como si estuviésemos viendo una película frente a nosotros y fuésemos meros espectadores.
- ¿Podemos verla?
- Sí, pueden pasar, pero por favor le hemos suministrado unos calmantes para aliviar el dolor y rogamos que le transmitan la mayor tranquilidad posible.
- Sí, descuide. Muchas gracias. – le da la mano.
Martín se ha quedado mudo, en sus ojos se puede ver la tristeza absoluta en la que se ha sumido, mi padre rodea su hombro con su brazo y lo estrecha contra él, pero mi hermano tiene la mirada perdida, como si no estuviera presente. Dani ha desaparecido, no está en el pasillo.
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Hasta que me quieras
Ficção AdolescenteGala siempre ha tenido las cosas muy claras pero una serie de acontecimientos inesperados le dará mucho que pensar. ¿Quién es? ¿Por qué a ella? ¿Qué quiere? Cuantos de nosotros vivimos en nuestra zona de comfort y nos da miedo salir de ella, pero d...