Capítulo 40 - Vuelta a casa

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- Gala, ¿me escuchas? – interrumpe mis pensamientos Maya.

- Sí, tienes razón. – le contesto sin saber que me estaba diciendo.

- Vale no me estabas escuchando, te he preguntado si te apetece que vayamos esta tarde a correr, me salto el entreno y así nos despejamos.

Agradezco el esfuerzo y la paciencia que están teniendo todos conmigo, pero el hecho de que hoy se cumpla un mes de la muerte de mi abuela no hace que duela menos. Maya y Sofi están muy pendientes de mi, mi madre me llama cada noche y Rori igual.

Llevo treinta días despertándome de madrugada con la misma pesadilla, una y otra vez como si de una espiral se tratase.

- Tenemos que hacer algo, no puede seguir así. – le dice Sofi a Maya.

- Luego nos vemos. – me levanto y me voy.

No pretendo que lo entiendan y aunque agradezco que se preocupen por mi un "deja que pase el tiempo, todo sana" no me sirve, no me sirve cuando ninguna de ellas saben por lo que estoy pasando, ni como me siento, puede que suene muy egoísta y probablemente lo sea pero es la verdad, no pueden hacer nada para ayudarme, tengo que aguantar que cada dos por tres me digan que ahora está en un lugar mejor y pese a que la frase sea para reconfortar no lo hace y mucho menos me ayuda.

No he vuelto a saber nada de nadie, así lo he querido yo, me desinstalé todas las aplicaciones para hablar y ver lo que los demás hacen lo cual es irónico porque des de hace un mes me fijo en todo el mundo que pasa por mi lado para distraerme de mis propios pensamientos, me he convertido en un espectador, es lo mejor, no sufres, no sientes, solo observas.

El entierro de mi abuela fue precioso, no recuerdo mucho porque iba hasta arriba de pastillas, pero fue en su casa, ella lo habría querido así, tengo la imagen de los campos llenos de flores y la canción de My Way – Frank Sinatra sonando de fondo grabada, no recuerdo mucho más, ni los asistentes, ni los pésame de ellos, ni como fue la ceremonia, sin embargo, recuerdo el nudo en la garganta y la angustia que sentí en todo momento, llevo un mes con él.

Ha sido el comienzo de año más duro de mi corta vida sin lugar a duda. Me limito a seguir la rutina de las clases forzándome a ello cada día, no he vuelto a saber nada más de Jime, Toni, ni de nadie que no sea de la universidad y honestamente a pesar de que veo a diario a mis compañeros y amigos como Maya, Sofi y Erik no es lo mismo que hace unos meses, nada lo es. Al principio estaban más encima mío pero cada vez los siento más lejos, no les culpo, yo en su lugar tampoco querría estar conmigo, no soy buena compañía ni para mi misma.

- Gala, voy contigo. – me coge de la mano Maya.

- Prefiero estar sola. – le respondo seca.

A esto me refiero.

- No por favor, otra vez no. – grito entre sollozos.

- Gala, es una pesadilla, no es real, despierta. – Maya está a mi lado, como cada noche.

Abro los ojos e intento contener mis lágrimas, pero como cada noche me resulta imposible, Maya me abraza y se tumba a mi lado.

- Se está convirtiendo en rutina... no me malinterpretes dormir contigo es un placer siempre... ya lo sabes... – me giña el ojo mientras se ríe.

- Fuerzo una sonrisa y me abrazo a ella. – se que intenta hacerme reír, pero no me nace.

Como cada mañana me levanto y me voy a las duchas, tras una ducha de unos veinte minutos, me visto y regreso a la habitación, despierto a Maya para que se vaya a duchar mientras yo voy a por el desayuno, lo mejor de esta rutina es la soledad por las mañanas, el campus está vacío y puedo ponerme los cascos y despreocuparme de que alguien se dirija a mi.

Hasta que me quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora