4.- Fuera de órbita

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No era razonable...

Simplemente no tenía por qué estar besando el cuello del peliblanco...
Pero se siente tan satisfactorio el verlo sonrojado y escucharlo chillar mi nombre, que dejaron de importarme las contradicciones.

Sólo tengo que sumergirme en su voz, y dejarme llevar por el momento.

Después de mi descuido en su habitación creí que dejaría de hablarme, pero tomó otro giro, y comenzó a ser más cercano conmigo.

Dos meses pasaron, y la velocidad de muchos sucesos eran borrosos en mi mente. Se saltaron tantos escalones, que todavía no asimilo el estar teniendo relaciones con Gojo, pero aun así, trato de distraerme y aceptar mis decisiones.

Aunque a veces cuando lo miro...

Pienso:

¿Él merece estar con alguien como yo?

¿Tengo algo que ofrecerle al tan grande obsequio que es Satoru?

¿Soy capaz de dar tanto como he recibido de su amor?

-¿Te gusto...? ¿En serio te gusto, Geto?- Preguntó el chico debajo mío mientras acariciaba mi espalda y enfocaba sus ojos destellantes en mi rostro.

¿Gustarme? ¿Lo que siento es ese tipo de gusto?

_Asentí con una leve sonrisa.

Jamás me había imaginado tenerte como algo más... ¿Qué amigos?

¿Al menos pasamos la etapa de amistad?

¿Por qué aún me es tan difícil poder expresar lo que siento?

¿Acaso mi subconsciente sigue creyendo que estar contigo es erróneo?

-¿Por qué te gusta tanto estar a mi lado, Satoru?- Pregunté cambiando de tema acariciando sus mejillas a la vez que el menor ampliaba su hermosa sonrisa.

-Tal vez sea por amor- me abrazó fuertemente haciendo que mi cuerpo se apegue más al suyo- Y es tanto que podría estar toda mi vida contigo.-

Su determinación, y la forma tan sincera en vocalizar sus sentimientos... Era difícil no perderme en sus palabras.
Su compañía tan serena aliviaba mis incertidumbres y alejaba aquellos problemas que tensionaban mi cuerpo.





.

¿Me estaré aprovechando de él?

¿Tengo intenciones de quedarme con él?

¿Por qué me entristece no pasar tiempo con él?

¿Y por qué me alegro cuando lo veo volver?

¿Debería no gustarme tener sexo con él?

¿Es normal pensar en él?

¿Está bien besarme con él?

¿Es raro enamorarme de él?

Corté las señales de mi mente que distraían a mi lengua de los pezones del peliblanco, y seguí lamiéndolos hasta que Satoru jaló de mis cabellos por lo jodido que estaba mientras sus piernas se enrollaban en mi espalda.
Tomé de las caderas al menor, y con paciencia, acomodé sus piernas y comencé a prepararlo.

La poca luz que entraba por las largas cortinas de mi habitación, volvía más privado nuestro acto y jugaba el rol de la poca intimidad que teníamos entre los dos, pues aún nos faltaba bastante como para vernos perfectamente desnudos.

Ya casi marcaba las dos de la madrugada, y Satoru hacía lo imposible para que sus gemidos no se oyeran en toda la escuela.

Era espectacular como alguien considerado un dios en nuestro mundo, cae rendido ante la calentura adolescente y pedía entre gemidos que no baje mi velocidad a la vez que incrustada sus uñas en mi espalda.

Aún éramos bastante novatos en estas demostraciones de afecto, ni siquiera había besado a alguien hasta hace un mes, y ahora estaba cogiendo con mi hermoso chico digno de una escultura a escala real.

Sus hombros temblaban con facilidad, parecía que su cuerpo no fuera rígido, sus ojos llorosos con mejillas sonrojadas y cabellos mojados.
Tenía todo eso en frente mío, sólo por hacerlo correr y sin siquiera haberlo hecho del todo bien.

-¿Puedo quedarme hoy en tu habitación? - Preguntó el peliblanco cuando me eché al lado suyo.

-Claro- Respondí mientras me acomodaba de lado para poder abrazar su cintura y acomodar mi mentón en su hombro.






Antes de llegar si quiera a esta sucursal, había optado por entrar a la escuela de Kioto, por la simpleza que desde hace muchos años quería vivir en aquella cuidad, mis padres no se negaron, ya que no tendría que pagar una costosa estadía.
Sin embargo, ni bien di a conocer mis habilidades, me preguntaron si quería entrar a la otra escuela. Y sin mucho que pensarlo, me transfirieron y cambiaron mis registros para que ingresara rápidamente a la escuela de Tokio, no me detallaron sus intenciones, sólo dijeron que tendría que cumplir un gran papel dentro de la escuela. No comprendía muchas cosas de la hechicería, así que me pareció algo normal que cada estudiante tenga que desempeñarse en alguna obligación.
Poco después conocí a Shoko, otra estudiante que estaría en mi aula y con la cual recibí diferentes preparaciones para dar a cabo ciertas misiones muy importante: salvaguardar la vida de "cierta persona" y el llevarme lo mejor posible con aquel que aún no conocía para que no levantara sospechas.
Shoko me explicó que se trataba de un chico de nuestra de edad, dijo que era un joven irritante y frío pero que era muy famoso por ser de los más poderosos dentro del Jujutsu y que llegaría en pocas semanas.

Al principio solo acepté la misión porque sí, pero poco a poco voy comprendiendo el por qué debo proteger la vida Gojo Satoru. Eso me da motivos para quedarme aquí, como si el destino de alguna manera me hubiese guiado a él.
Y lo de ser molesto, no lo encuentro de esa manera, es de lo más dulce que pude conocer de una persona. No tuve que actuar cuando lo vi por primera vez, fue una conexión natural que tuve con el peliblanco. Además, ya ni siquiera pienso en esa estúpida misión que me obligaba llevarme bien con él por obligación, porque el estar acostado con él en este momento, es de lo más real y sincero que he hecho hasta ahora en mi vida. No tengo que sentirme mal por las decisiones que he tomado hasta ahora.

Si ya tengo a Satoru, ¿Por qué debería preocuparme por algo más?

- Your Feelings - (GetoxGojo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora