12 de Agosto
No hay mucho tiempo. Es cuestión de horas para que la policía llegue. Si no lo hacen es que no pueden ser más estúpidos.
Me tomó más de un año preparar el escenario, la utilería de mi obra maestra, todo al fin era perfecto, ya sólo quedaba ella.
Atraerla hacía mí fue increíblemente sencillo; como hechizar al cisne para que deliberadamente se acerque a la punta del rifle. El sol se había puesto, ella estaba en el jardín; la perra de su madre (ebria hasta la inconsciencia en algún lugar de la casa) la había olvidado otra vez; con el toque de queda los vecinos estaban demasiado aterrados para salir a la calle.Me acerqué a ella, la saludé; jugaba con esas tres criaturas de felpa que no suelta nunca desde el día que se las di. Eran viejos muñecos míos, pero ella los adoptó cariñosamente sin juzgarlos por sus remiendos o a su apariencia antigua y algo tosca. Incluso bautizó a uno con mi nombre, muy apropiadamente a aquel al que mi abuela había confeccionado para que se pareciera a mí.
Sé que no habla, pero sus ojos me dijeron todo: a una sola insinuación mía aceptó mi oferta, como siempre lo ha hecho. Por cuestiones prácticas dejé atrás la silla de ruedas, esa prisión espantosa, y llevándola en brazos entramos por el garaje.
No lucía asustada, mucho menos preocupada, si acaso lucía plenamente consciente, los efectos de las drogas con las que la mantenían quieta y delirante todo el día se habían evaporado; era masa de modelar en mis manos, la materia prima casi perfecta. La recosté sobre la cama que le había preparado. Ya podía estar tranquila, ya me había encargado hasta del último detalle.
Un par de días atrás encontré a los bastardos esos en su lugar de siempre, un arroyo que corre por lo más profundo del parque; el toque de queda no les amedrenta y menos ahora que todos tenían bicicletas nuevas. Y así, sin más cómplices que la soledad y la foresta, cayeron todos. La pistola me regaló el factor sorpresa, y el hacha un desahogo personal. Regué sus desechos por toda la zona, y me aseguré de limpiarme la sangre de las manos.
No fue sino hasta horas después de haber vuelto a casa que dio comienzo la primera parte del show; agentes se desplegaba por la calle entera interrogando a los vecinos, una patrulla se divisaba unas calles arriba. Un agente tocó a la puerta, me hizo un par de preguntas, fingí consternación por los hechos en cuanto me informó, y apelé a mi trabajo como coartada. Nadie sabía que esa tarde había cerrado una hora antes.
Me dejaron en paz tras una ligera inspección a la casa. Tuve que soportar las ganas de reír. No han vuelto ha molestarme, pero en cuanto descubran lo que queda de esos mocosos quizás lo hagan...pero para entonces ya será muy muy tarde.
Monté el escenario tan pronto como pude; mi musa, aunque si bien ha estado despierta una parte de la noche, al oír a la policía en el exterior, se inquietó. Seguramente su padre llegó a la casa y ha dado aviso, porque dudo que la borracha esa haya despertado tan pronto. La conozco bien...desde que comenzó a alcoholizarse, su absoluta negligencia ha vuelto más fácil que yo cuide de mi musa.
Pude tranquilizarla leyéndole un cuento, uno de los que tanto le gustan. Ahora tiene un semblante grave. Creo que ella ya sabe lo que va a suceder. No es tonta, es incomprendida como yo. Todos califican nuestras naturalezas como monstruosas. A ella no le importa que vea su cuerpo deforme, a mí no me importa mostrarme ante ella cual soy realmente.
Hay una parte de mí que desea conservarla, la idea me ha mantenido despierto durante varias noches. Me debato entre llevármela lejos de los padres que no la cuidan, de la sociedad que la discrimina y verla crecer libre. Pero sé que, si crece, el amor que ella me profesa eventualmente va a contagiarme y temo mancillarla. Por eso prefiero liberarla ahora, antes de que deje de ser pura, y antes de que yo algún día atente contra esa pureza.
Sé que una vez dije que jamás comería a otro humano, pero ella es quizás al único que me atrevería...Incluso he estado investigando sobre procesos de embalsamamiento, por si me decido en conservarla aunque sea de esa manera.
El tiempo se venía encima de nosotros y decidí que era hora de concluir todo. Me revelé ante ella, como artista, admirador e iluminado. Y como un adelanto a lo que no podría vislumbrar por su cuenta, le dejé ver su regalo, aquello que con tanta añoranza me había pedido un día. Le di las gracias por inspirarme todo este tiempo, y vi en el reflejo de sus ojos inmóviles mi acto final, el reconocimiento de que ese era su destino.
Como se lo había prometido, le administré una dosis completa. Ella era diferente a los otros, ella podía irse tranquila, transmutando en esa forma perfecta a la que yo la llevaría. Ella siempre se había visto tal cual era. La desvestí, la coloqué en una mesa de operaciones montada en el sótano...Entonces abrí su pecho, y le ayudé a dejar el cascarón de criatura inferior. Cerré la incisión con cuidado. Después la llevé en brazos hasta el baño y la limpié.
Así, pura y perfecta, con más cuidado del que nunca le prodigaron, la vestí deliciosamente de azul oscuro, un vestido de corte victoriano que dejaba verla tal lo que era. Adorné sus rizos negros con listones de seda. Todo apropiado para la ocasión.
Fue hasta ese momento que llevé a mi musa a su pedestal, un sillón imperio de finales del XVIII digno de ella. La sala entera había sido transformada en un aparador de terciopelo enmarcado. Alrededor de su trono había velas, que al encender dejaron lucir su regalo: diez pares de ojos azules en frascos de formol y 14 corazones.
Finalmente coloqué entre sus manos al tirano símbolo que le ató a este inmundo lugar y que ahora le liberaba el pecho.
Juré arrancarme los ojos, los que tanto adoraba, como ofrenda final, pero a cambio de ello, ahora que su mirada vive a través mío, le dejaré conocer la verdad que se le había negado. Cuando esté satisfecha, haré honor a mi juramento. Sólo resta esperar, junto a mi obra maestra, a que el resto de esos imbéciles vengan a admirarla.
Feliz cumpleaños Azul.
Gabriel Wolff,
Künstler Blau Augen,
el Artista de los Ojos Azules
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Diario de un Monstruo
Детектив / ТриллерHay dos monstruos en la ciudad: uno es una niña solitaria de 10 años y el otro tiene a la policía tratando de detener sus sangrientos crímenes. Estos son sus diarios. SHORT STORY