Belleza

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8 de Mayo

La belleza, así como el dinero es de esa clase de cosas que la mayoría de las personas desean obtener desesperadamente, o pasan gran parte de sus miserables vidas buscando obtener; tristes son aquellos que naciendo con semejantes "bendiciones", suelen corromperlas y de paso, pudrirse con ellas. Ah, la ironía...

Ella reflejaba todo eso. La vi por primera vez hace unas semanas, prostituyéndose en una esquina cerca del centro comercial; si ella no se hubiera ofrecido jamás lo hubiera creído: una belleza digna de cuadro renacentista sin más valor que el de la mierda de un perro. Intentó atraparme en su hechizo, me tomó del brazo y lo puso contra sus pechos gordos, halagó mi cara, mi porte, mi cabello, mis ojos...Y me dio asco.

Estuve a nada de empujarla a la acera, terriblemente ofendido, cuándo su rostro me reveló la señal sagrada. Ella era mi siguiente obra. Me contuve, guardé mi enojo para un mejor momento. Si mi apariencia servía para atraerla a la trampa, que así fuera.

No tomó demasiado planearlo, la infeliz era perfecta para el papel, era un homenaje a Afrodita. Una diosa y una ramera.

Preparé todo con cuidada antelación, después salí a buscarla; la encontré en una zona un poco más allá de donde la había visto la primera vez. Se entregó emocionada a mis planes apenas me vio, el dinero fue más un bonus extra. Llegamos al escenario que le tenía preparado, un motel en las afueras que tendría el honor de ser parte de mi obra. Me preguntó si podíamos ir a mi casa, me limité a sonreír por toda respuesta. Si bajo circunstancias donde he debido de desahogarme, nunca me atreví a llevar mujeres a mi casa por temor a crear malentendidos y ofender a mi musa, la mera idea de acercar a mi vecindario a esta puta barata que sólo iba a servirme como material artístico, se sentía prácticamente como una afrenta.

Ella entró entusiasmada a la habitación y comenzó todo. Se arrojó a besarme, a intentar desvestirme, a intentar ilusamente obtener una reacción que no iba a entregarle... Le cubrí los ojos, la arrojé a la cama y le inyecté una dosis suficiente para adormecerla por una hora, lo justo.

La cama era del material requerido, preparé su cuerpo y su pose primaria; su cabellera era rubia, perfectamente larga para el trabajo, así que se la arranqué con cuidado de no permitirle desangrarse, colocándola según lo requería mi homenaje. El toque personal de éste, fue el giro realista, tenía la cabeza en los genitales; así que hube de abrirla del ombligo hacía abajo para poder efectuar la pincelada final. Afrodita abrió los ojos. Dudó que hubiera podido moverse si hubiera querido, estaba paralizada debido a la droga y a que no tenía tapa craneal.

El espejo en el techo le explicó lo suficiente, era tan estupida que doy por sentado nunca contempló el original que estaba representando; cuando el hacha le cayó sobre el cuello, rompiendo el colchón, agua y sangre brotaron como una fuente. Puse la cabeza en donde debía estar y el nombre donde pudieran encontrarlo. Boticelli estaría orgulloso de mi versión.

Künstler Blau Augen


Diario de un MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora