Había buscado por cielo y tierra, desde los peores sitios a los de más alto nivel y apenas se había detenido a buscar en el intermedio, entonces sentía que los pajaritos cantaban coros victoriosos a su alrededor y que cada vez estaba más cerca de proclamar su título como la hija más asombrosa del mundo.
Todo parecía darse de maravilla, como el encuentro del cereal con la leche a las ocho en punto de la mañana antes de partir a la universidad, así de perfecto.
La estación central de bomberos de Busan, allí estaba el hombre que necesitaba con urgencia; Jeon Jungkook.
—¿Eh?
—Si, me dijeron que él trabaja en esta estación— sonrió cordial— entonces me gustaría poder tener una conversación con él.
Aunque la expresión en el rostro del alto y fuerte hombre denotaba obvia sorpresa y burla, no se desanimó, apretó las correas de su mochila y esperó pacientemente.
—No pensé que viviría para ver a una chica venir a preguntar por Jeon.
—¿Mm?
—Iré a decirle, pero de una vez te aconsejo que no tengas muchas expectativas porque dudo que quiera atenderte.
—Puede decirle que es muy urgente.
—Uy si, y eso lo hará correr— resopló, girándose para entrar de nuevo— estas niñas no aprenden.
Esperó pacientemente, no tenía todo el día, pero aquello no tomaría más de dos minutos. Revisó su apariencia en la pantalla del celular y asintió contenta, claro que quería verse bien, conocería a una leyenda.
Jeon Jungkook solía ser boxeador, pero no uno cualquiera, era EL boxeador, excelente peleador, todos sus combates eran buenos, nunca perdió una pelea cuando estaba metido de lleno en ese mundo y las personas que lo seguían podían tranquilamente alardear de lo asombroso que era, no decepcionaba.
Su padre y ella solían sentarse todas las noches para verlo pelear y llevarse la victoria, él empezó desde muy joven y... también se retiró muy pronto, nunca se supo por qué exactamente, no dio razones y desapareció del ojo público.
Dejó de ver a sus uñas cuando finalmente una figura alta vistiendo el traje rojo perteneciente a los bomberos, se colocó de pie frente a ella, su vista empezó desde sus zapatos, subió por sus piernas y así hasta llegar a su rostro, mantuvo los labios entreabiertos, no podía procesar que se trataba del mismo hombre.
La única diferencia estaba en que su cabello ahora estaba más corto en comparación a como solía llevarlo antes.
—¿Terminaste?
—¿Ah?
—Que si ya terminaste de morbosearme—su cara de tornó roja, avergonzada— ¿Qué necesitas?
Procedió a explicarle rápidamente sobre lo fanática que solía ser, algo breve para no abrumarlo.
—Mi padre está un poco enfermo— mucho, en realidad— estábamos en esta búsqueda por tu paradero juntos, pero él ya es un hombre mayor y requiere estar en el hospital internado, entonces decidí seguir buscándote yo misma y aquí estás— sacudió las manos a ambos lados de su rostro, sonriendo— así que me preguntaba si podías hacer un tiempo y venir-
—No— la cortó de forma inmediata— vuelve por donde viniste. Adiós.
—Pero es que-
—Escucha, es una pena que tu padre esté tan enfermo que no pueda ni levantarse de cama, sinceramente, espero que pueda recuperarse— no sabía si de verdad lo sentía, su expresión no decía mucho— pero me tiene sin cuidado lo que le ocurra a desconocidos, me retiré hace un buen tiempo y no me interesa hacer caridad que involucre mi pasado, así que, es un lindo gesto de tu parte, pero te sugiero buscar a otro luchador.
Sin darle oportunidad de responder, regresó al interior de la estación, arrastrando sus pies y con el mismo semblante aburrido que no abandonó su rostro durante toda su conversación.
—Si cambias de opinión— tragó, intentando pasar el nudo en su garganta que se había formado de la nada— estaré aquí de nuevo mañana en la tarde—cerró la puerta— ¡Por favor piénsalo!
Angeline Brooklyn— solo Brook estaba bien para ella— era la mejor insistiendo, si se trataba de algo para su papá, podía incluso morir por ello.
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Próximamente.
Comenzará al término de POTENTIAL RIVAL y DON'T, BELL.
