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Estuvo horas y horas pensando y mientras lo hacía, conversó con su madre en lo que ella terminaba de empacar todo para ir a quedarse con su papá. Y como no, hablaron sobre chicos, sobre citas y lo que para ella era importante.
—Enamorarse toma unos cuatro minutos, según internet— asintió— y yo creo que no se equivoca, Brooklyn, hoy en día, las personas molestan mucho y hacen sentir mal a otras todo el tiempo.
—¿Qué quieres decir?
Caminó hasta ella, se sentó en el borde de la cama y se ató el cabello.
—Antes de estar en la cocina, fui mesera, hace mucho tiempo— sacudió la mano— tuve que atender a unas chicas y a veces uno termina escuchando conversaciones, una chica le dijo a su amiga que se sentía muy enamorada del chico con el que estaba hablando y la otra chica, le respondió de la peor manera.
—¿Cómo?
—¿Enamorada? Se conocen hace muy poco y apenas salieron hace dos días—imitó una voz más aguda y luego negó— eso no se hace, cuando estás hablando con una persona que te llama la atención, sea por el motivo que sea... el tiempo es irrelevante.
—Esa es un punto de vista muy bueno con el que no muchas personas estarían de acuerdo.
—Bueno, está bien que piensen distinto, pero no me interesa saberlo, no quiero que me bajen de mi nube— se encoge de hombros— tu papá me contó sobre el hombre que te invitó a salir, el boxeador.
—Ahora es bombero.
—Bueno, dime hace cuánto los conoces.
Observó al techo, haciendo cuentas.
—Dos, tres semanas, prácticamente— se cruzó de brazos— cuando me pidió una cita, me descoloqué por completo, no lo sé, no pensé que tuviese motivos para hacer eso y dije, wow, esto es raro.
—Él es un adulto que se sintió interesado hacia tí en ese largo lapso de tiempo— dijo, como si fuese muy obvio y nada nuevo— no es raro, es natural, como cuando vas por la calle y hay chicos que tienen la valentía para detenerse a preguntar tu número por lo mismo— se levantó— yo digo que lo des todo y dejes de pensar tanto, ahora, te dejo. Iré con mi hombre.
—Dale un abrazo de mi parte.
Le gustaba mucho conversar con su madre porque la mayoría de sus opiniones sobre diferentes escenarios, eran buenas y realistas, entonces Brook obtenía una nueva perspectiva para tener en cuenta.
Vio la hora, tres minutos para las siete, tenía clase al día siguiente de ocho a once y estaba en pijama. Sus uñas golpetearon en la pasta de su cuaderno y con la mano libre buscó el número de Jungkook en la lista de contactos en su teléfono.
Entró a su foto de perfil en la aplicación de chat y suspiró. Le dio a llamar y llevó el teléfono a su oreja, la puerta de salida cerrándose pues su madre apenas había salido.
Un tono, dos tonos...
—Hola, rubia.
Arrugó la nariz.
—Creí que ya se había establecido otro apodo más aceptado.
—Vale, hola, Angel. Estaba dudando de si llamarías.
—Somos dos.
Escuchó su risa.
—Eres cruel. Pero ya que has llamado, dime qué haces.
—Bueno, acabo de terminar una tarea, me despedí de mi madre, me puse la pijama...
—¿Cómo que ya te has puesto la pijama? Son las siete de la noche.
—Exacto, son las siete de un lunes.
—¿Vas a aceptar salir conmigo por segunda vez el día de hoy?
—Tal vez... bueno, en realidad sí.
—Solo eso necesitaba escuchar para levantarme y abandonar a estas personas. Perfecto, entonces levántate, vístete con algo bonito como lo que traes siempre, envíame una dirección y paso por tí.
Se mordió el pulgar, ya no debería sentirse nerviosa, pero todavía no se acostumbraba, seguía sintiéndose irreal.
—Está bien, aquí te espero.
Se iba a arriesgar con un chico por primera vez en su vida.
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