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Tooru no podía decir la última vez que respiró correctamente. Desde que tenía conciencia recordaba tener problemas al inhalar y exhalar; su aliento saliendo en jadeos irregulares mientras tiraba del cuello de su camiseta. El pegajoso calor de verano se asentaba sobre su piel, gotas de sudor amenazando con correr por su nuca. Las sábanas arrugadas al pie de la cama en una pila desordenada. Sintió su celular vibrar de nuevo. No conseguía alentarse a tomarlo. Ya sabía que era el grupo de chat respondiendo a las noticias.

Hajime estaba comprometido.

Tooru sintió las lágrimas acumularse en las esquinas de sus ojos, advirtiendo con derramarse. No se permitiría llorar; siempre había sido más fuerte que eso. El mundo parecía haberse sumergido en silencio, con nada más que una vacía estática. Ya no escuchaba el bullicioso ruido del tráfico bajo la ventana de su apartamento. El patético zumbido del plástico barato del ventilador era virtualmente inexistente. La gravedad presionaba sobre su pecho; la única razón por la cual se sentía sofocado. Tooru repetía en su cabeza como un mantra. Su teléfono continuaba vibrando, y con cada vibración, Tooru se sentía hundirse más profundo en el colchón.

Hajime estaba comprometido.

Hajime estaba feliz y comprometido. Se iba a casar. Finalmente listo para moverse al siguiente capítulo en su vida. Estaba listo para sentar cabeza, iniciar una familia, y explorar cosas que ninguno de los dos había hecho hasta el momento. Él estaba avanzando, creciendo, y-

Tooru no se permitió concluir ese pensamiento.

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