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Tenían once la primera vez que Hajime rescató a Tooru.

Tooru había tomado la estúpida decisión de huir de casa. Sus padres habían anunciado su divorcio y Tooru declaró obstinadamente: "Si no puedo vivir con los dos, ¡entonces no viviré con ninguno de los dos!" La madre de Tooru se acercó inmediatamente a la casa de Hajime buscando información sobre dónde podría haber ido su hijo.

Hajime prometió que lo encontraría y lo traería de vuelta a salvo.

Había un claro más allá de un manojo de árboles a dos kilómetros de sus casas. Tooru solía arrastrar a Hajime para sentarse en el campo abierto y mirar el cielo nocturno despejado.

Esperó hasta después del anochecer antes de salir al campo. Los neumáticos de su bicicleta crujían contra el pavimento; el camino se hacía inestable cuanto más se acercaba. Escondido detrás de un arbusto, podía ver el cuadro rojo de la bicicleta de Tooru. Estacionó su bicicleta y se abrió paso por el camino que habían forjado a través de tantas visitas.

Tooru parecía tan pequeño en medio del campo – el tramo de cielo le cautivaba. Una sonrisa dentada extendida arrugó las comisuras de sus ojos una vez que vio a Hajime acercándose. Podía ver las estrellas reflejadas en los cálidos ojos de Tooru; el aliento de Hajime se congeló. La mirada de pura maravilla y asombro mientras volvía a levantar los ojos calentaba a Hajime desde la punta de sus orejas hasta la planta de sus pies.

– Oye, tonto. Tienes que regresar a casa; tu mamá está muy preocupada.

Tooru rápidamente lo miró, shock adornando sus rasgos. Hajime se concentró en su pequeña nariz roja; el aire había sido particularmente feroz esa noche.

– No quiero volver... No es justo –Tooru dijo obstinado, pateando la tierra bajo sus pies. Hajime tomo la muñeca de Tooru, sus manos calientes contra la fría piel. Lo atrajo a un abrazo, la cabeza de Tooru encajando cómodamente en su pecho –aún no era más alto que Hajime.

– Ellos todavía te aman. Solo quieren lo mejor para ti... Y que estén juntos no es bueno para ti. Además, aún me tienes. No me voy a ir a ninguna parte. Vamos a regresar, puedes quedarte a dormir en mi casa; incluso podemos compartir el mismo futon.

Tooru siempre había pensado que Hajime era más sabio que su edad.

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