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Tooru regreso a casa una semana después. Incluso con las palabras tranquilizadoras de Masumi, era muy doloroso mirar a Hajime a los ojos. Masumi dejo de usar su anillo de compromiso y Hajime había dejado de salir del apartamento.

Tooru rozó con las yemas de los dedos la capa de polvo que se formó en dos meses sobre la superficie de sus muebles; congelados como si el tiempo hubiera parado de existir dentro de las cuatro paredes. Tetsurou había pasado por ahí antes de su llegada –comestibles frescos en el refrigerador y en la alacena. Tooru sonrió para si mismo ante el acto de bondad y mentalmente se recordó agradecerle.

Aunque el aire en el apartamento estaba viciado, Tooru no pudo evitar querer llenar sus pulmones con el; un recordatorio del tiempo cuando no había arruinado un futuro matrimonio y posiblemente su amistad más longeva.

Volver a su rutina fue lo suficientemente fácil. La universidad le devolvió su puesto y las chicas estaban emocionadas de volver a verlo; se sentía igual. Comenzó a nadar de nuevo, la comida progresivamente retomo su sabor, y seguido salía con Tetsurou. Fue un proceso gradual –él mejorando–similar a una herida que ha sido drenada pero aún intentaba cerrarse.

Tooru ya no miraba fijamente los mensajes de Hajime, el símbolo de escribiendo parpadeando.

Masumi le había llamado un mes atrás para decirle que la boda fue cancelada. Su voz era fuerte y confiada, siempre lo había sido. Tooru pasó horas devanándose el cerebro para averiguar por qué alguna vez pensó que odiaba de verdad a Masumi. Ella había observado desde lejos durante años el comportamiento autodestructivo de Tooru -su comportamiento autodestructivo- y no podía encontrar dentro de sí misma si odiarlo a él o a Hajime. Se había mudado de vuelta con sus padres y comenzó a enseñar en una nueva escuela; alegre de volver a casa.

No mencionó a Hajime.

Lentamente, los mensajes de sus amigos en común comenzaron a llegar al teléfono de Tooru.

Issei: ¿Has sabido algo de Hajime? ¿Qué pasó con la boda?

Takahiro: Vi que la boda fue cancelada, ¿sabes por qué?

Tooru no respondió a ninguno de ellos.

Habían pasado tres meses, hasta la fecha, desde la despedida de soltero. Tooru a menudo se encontraba llamando a Hajime, pero colgando después del primer tono. Su corazón latía con entusiasmo, pero no necesariamente había descubierto qué era exactamente lo que quería decir.

Perdóname por amarte.

Tooru sentía constantemente esas palabras en sus labios. Las murmuraba para sí mismo cuando se despertaba en medio de la noche. Su mano inconscientemente se tendía hacia el lado derecho de la cama, solo para encontrarla vacía. Soñaba vívidamente con Hajime casi todas las noches -tanto, que juró que podía sentir el fantasma de los labios contra la columna de su cuello. En esos momentos se abrazaba a sí mismo, agitando la cabeza para no dejar que esto lo consumiera. Todo estaría bien y él estaría bien; lo superaría.

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