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Tetsurou quitó cuidadosamente la ropa de Tooru. Los dedos suaves acariciaron sobre las cicatrices temblorosamente deformes que decoraban la parte posterior de su hombro; como si hubiera estado continuamente pellizcando la piel – Tetsurou tembló al pensarlo. Lo recostó lentamente contra la pared de la bañera, el agua tibia comenzó a llenarse a un ritmo constante. Los párpados de Tooru se cerraron y el escalofriante aliento que dejó salir envió otro temblor a la columna de Tetsurou.

A falta de una palabra mejor, Tooru apestaba. Tetsurou no pudo evitar preguntarse cuándo fue la última vez que Tooru se duchó, y mucho menos se bañó. Tooru yacía casi flácido en el agua; tensándose cuando Tetsurou pasó el trapo jabonoso sobre su cuerpo. Frotó círculos perezosos en el cuero cabelludo de Tooru y separó lentamente los nudos que habían llamado a su cabello caramelo su hogar. Para cuando Tetsurou terminó, Tooru había dejado de llorar y físicamente ya no temblaba; no se sabía lo conmocionado que estaba por dentro.

Tetsurou lo recogió, empapándose en el proceso, y procedió a secarlo. Tooru se frotó cuando contra su toqué cuándo secó el cabello con una toalla, abrazando las cálidas manos que le acariciaban. Tetsurou suspiró y susurró palabras de afecto. Envolvió la toalla alrededor de la parte inferior del cuerpo de Tooru y lo llevó al sofá. Tetsurou no pudo evitar preguntarse cuándo fue la última vez que Tooru había comido; su estómago hundido y las costillas en plena exhibición. Quería llorar de solo mirarlo; ¿qué había ocurrido?

Tetsurou fue a explorar la cocina para encontrar algo que cocinar, lo suficientemente como para ser nutritivo, pero aun así gentil para el estómago. Se acomodó con una simple sopa que encontró en los armarios; nada en la nevera se consideraba comestible. Encontró el teléfono celular de Tooru – muerto, por supuesto - boca abajo, debajo de la mesa de su cocina.

Después de unos momentos en un cargador, la pantalla se iluminó y Tetsurou se encontró con más de veinte llamadas perdidas y demasiados mensajes de texto para que él los contara. La mayoría había sido enviada hace una semana. Unos pocos de él, un puñado de la universidad, pero la mayoría de ellos eran de una persona: Hajime.

Iwa-chan~:

Estás bien? Colgaste el teléfono muy rápido.

Hola??? Tierra a tontokawa

Tooru, en serio, responde el teléfono no hagas esto otra vez.

Te quedaste sin medicamentos? Necesito que me llames cuándo puedas.

Tetsurou no podía soportar leer el resto; se sentían muy personales, muy íntimos. Esto era obviamente algo con lo que Hajime le había ayudado en el pasado. Tetsurou dejo el teléfono sobre la pila de documentos descansando desordenados sobre la mesa de la cocina. Debajo de ellos, tres prescripciones médicas sin llenar. Tetsurou giro la esquina superior de una, un 'tch' fue el único sonido para llenar el apartamento inquietantemente silencioso.

Hajime contestó el teléfono casi de inmediato.

– ¿Hola? Tooru yo- ¿Eres tú?

Tetsurou percibía la preocupación en su voz y su corazón se encogió en agonía ¿Por cuánto tiempo había estado observando su teléfono en espera de está llamada?

– Iwaizumi, soy yo- ah, Tetsurou –murmuró. Hajime soltó un suspiro aliviado, pero obviamente se notó la decepción de que no fuera Tooru el del otro lado de la línea.

– Kuroo, oh gracias a Dios –ah mierda ¿Cómo está?

– Es decir, ehh, él no está realmente bien –Tetsurou dijo al teléfono–. Iwaizumi, tienes que- necesitas verlo. No me está diciendo nada, y estoy preocupado de que algo serio haya pasado ¿Están bien sus padres? ¿Los llamaste?

Hajime suspiró.

– Sí –murmuró–. Lo hice, están bien. Mierda- debería haber ido antes; esto es todo mi culpa.

Tetsurou audiblemente tragó.

– Voy a ir por el, tengo- yo tengo que- –. Hajime jadeó, estaba llorando–. Voy para allá.

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