Capítulo 4: Porcelana vieja

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3 de Julio, cinco semanas después de la fiesta. Bruno se sentó de mala gana a la mesa, llamando la atención de Agustín, quién se instaló junto a él. Lo miró un largo rato, intentando adivinar que lo puso de ese humor, trató de llamar su atención con gestos, pero no respondió. Acomodó su vaso y su plato, buscando en sus recuerdos cualquier cosa que hubiese afectado a su cuñado de tal manera. Julieta preguntó con unos cuantos gestos, que le pasaba a su hermano, y Agustín le respondió de la misma manera: "Ni idea".

-Buenos días a todos -saludó Alma-. Hoy será un día de arduo trabajo, hay varias cosas que reparar luego del...pequeño huracán -muchos aguantaron la risa, mirando a Bruno.

-Fue ella quien empezó, ¿ok? -se justificó exaltado.

-Tranquilo amor, ya pasó -lo calmó-. Bueno, a comer se ha dicho -Bruno estaba concentrado en sus arepas, fruta y galletas, pero pronto vio a Laura frente a él. Ella estaba sentada entre Julieta y Mirabel, alimentándose de a pequeños bocados. No le llevó mucho tiempo notar la mirada fija de aquel hombre.

-¿Tengo algo en la cara? -preguntó, sacándolo de su transe.

-No, no, es que te ves...muy guapa -con eso, Agustín supo exactamente de que se trataba todo.

-¿No sé si te estás burlando o lo dices en serio? Pero te lo advierto, no estoy de humor para tus chistes -Bruno se espantó, ella metió en su boca un trozo de naranja, masticándolo suavemente mientras esperaba una respuesta.

-Estoy siendo sincero -se agitó-. Lo juro por mi padre que está en el cielo -lo miró algo intrigada.

-Miren, además de actor, poeta -esto le dio pie a Mirabel, para halagar a su tío.

-¿No lo sabías? Él es excelente, tiene una libreta llena de poesía -Camilo e Isabela captaron de inmediato que hacía-. Es tan romántico que a veces se las recita a la luna.

-Sí, y no sólo eso, cuando está inspirado, toca su tiple junto a el trombón del Tío Félix y el piano de mi papá -Agustín quedó un poco asombrado de que su hija recordara eso.

-Aunque también saben tocar otros instrumentos, como la bandola y la guitarra -Luisa también quiso involucrarse en la charla.

-Pero hace años que no tocamos los tres, desde que Bruno desapareció de hecho -aclaró Agustín.

-Pues sería buena hora de retomar, ¿no lo crees Tío? -Camilo sugirió divertido-. Los acompaño con el acordeón si gustan.

-¡No! -gritaron todos menos Laura.

-Ni que tocara tan mal -nadie pudo contener la risa-. Pero va en serio, sería divertido que tocaran juntos nuevamente, además, necesitarán una manera para entretener a tantos niños.

-Yo no tengo problema, sólo tendríamos que preguntarle a Félix -Bruno quería salvarse de hacer el ridículo-. De acuerdo -se metió su arepa en la boca, y habló con ella allí-. Terminé, así que me retiro -partió a correr hacia el pueblo.

-¿Alguien me dice qué rayos le pasa? -Laura había intentado adivinar, pero como no le funcionó prefirió preguntar.

-Ignoralo, así se pone en la mañana -Agustín miró a su mujer, y ella le señaló la dirección que siguió Bruno con su cabeza, con tal de que fuese tras él-. Aún estoy comiendo -le dijo en voz baja, por lo que Julieta le lanzó "la mirada"-. Ok, ok, voy -se metió lo que pudo en sus bolsillos, para desaparecer a lo lejos.

-También me retiro -Laura se puso de pie dejando el plato vacío-. Como siempre todo estuvo delicioso Julieta, gracias -le tocó el hombro-. Si me disculpan, iré a ver a Pepa. Buen provecho -su espalda recta, hombros atrás y mentón en alto. Sus brazos se mecían elegantemente con su andar, al igual que sus caderas, su cabello iba al compás de sus pasos. Aprendió a usar ropas más humildes, sobre todo zapatos. Subió la escalera, encontrándose con Félix, quién al pasar junto a ella, quedó estático.

Sombras de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora