El Hall parecía estar envuelto en un silencio profundo mientras las imágenes proyectadas por Laura se desenvolvían en el aire, como si el pasado mismo estuviera desenrollándose ante sus ojos. Los vivos observaban con expresiones de asombro y confusión, incapaces de apartar la mirada de la revelación que estaba teniendo lugar frente a ellos. Los rostros de los Madrigal reflejaban una gama de emociones: sorpresa, incredulidad, conmoción y, en algunos casos, incluso una pizca de remordimiento. Los recuerdos que habían sido olvidados deliberadamente ahora se desplegaban en todo su esplendor, dejando al descubierto secretos largamente enterrados y verdades incómodas.
Bruno en particular, se encontraba paralizado por la impactante realidad que estaba enfrentando. Su mirada pasó de las imágenes proyectadas a Laura, que permanecía en el centro del Hall. Una profunda consternación se dibujó en sus rasgos a medida que comprendía la magnitud de su negligencia. Los ojos de Laura, que una vez habían sido llenos de amor y esperanza, habían sido ignorados, y su existencia y la de sus hijos habían sido oscurecidas por la sombra de la indiferencia. El peso de sus acciones pasadas lo abrumó en ese momento. La realización de que había estado tan absorto en las dinámicas familiares y en los deseos de su madre que había descuidado por completo a su esposa e hijos golpeó su corazón como un puñetazo. Los vínculos rotos, las oportunidades perdidas y el tiempo desperdiciado se alzaron frente a él con una claridad dolorosa.
En medio de la conmoción general, Laura permanecía en silencio, su mirada fija en el suelo mientras permitía que las imágenes hablaran por sí mismas. A pesar del dolor que estaba experimentando al revivir estos momentos, también sentía una sensación de liberación al finalmente compartir su historia y sus sentimientos con aquellos que habían estado desconectados de su sufrimiento.
El silencio se prolongó por un momento más, antes de que Bruno, finalmente, se adelantara, su voz cargada de emoción contenida.
— Laura... —susurró, su tono mezcla de tristeza y remordimiento.
— No hables. —Laura levantó los ojos, llorando—. ¿Tienes idea...de lo que tuve que hacer para sobrevivir?
Bruno buscó las palabras adecuadas para responder, pero Laura continuó, su voz temblorosa pero cargada de una mezcla de ira y dolor acumulado.
— Laura, sólo escucha.
— ¡No! ¡Ahora es mi turno de ser escuchada! —gritó, con una fuerza que resonó en Casita—. Sí, yo fui quien decidió irse en primer lugar, pero no me dejaron más opción. Las discusiones, el abuso, la opresión... ¿acaso esperabas que me quedara aquí para seguir sufriendo? ¿Para ver cómo mis hijos terminaban como tú y tus hermanas? Hice lo necesario, avancé, y me adapté al mundo que en nuestro aislamiento siguió cambiando.
Bruno bajó la mirada, sintiendo el peso de su propia negligencia y falta de comprensión. Laura continuó, su voz quebrándose mientras liberaba años de resentimiento y angustia.
— Yo luché, luché con cada fibra de mi ser para mantenernos a flote. ¿Sabes cuántas noches pasé despierta, preocupada por si tendríamos suficiente comida para el día siguiente? ¿Cuántas veces me pregunté si seguiríamos vivos al día siguiente? —Sus lágrimas fluían libremente ahora, pero su determinación no vacilaba—. Mis hijos merecían algo mejor, merecíamos...algo mejor.
El silencio era abrumador, las palabras de Laura colgaban en el aire como una verdad incuestionable. Bruno finalmente levantó la vista, su propia mirada vidriosa por la comprensión y el remordimiento.
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Sombras de Luna
FanfictionUn año después de los hechos ocurridos en Encanto, los problemas regresan de la forma más inesperada posible. ¿Será la familia Madrigal capaz de enfrentar esta nueva amenaza? Pd: La edad de los Trillizos es otra (42), pero esto no implica que perso...