Ya eran las diez en punto del primero de agosto, y terminaron de desayunar. Mirabel por supuesto volvió a consultar acerca de lo que le dijeron, recibiendo como respuesta un: "Se paciente". Esto la desanimó un poco, quería saber cómo es que funcionaba lo del don, pero bueno, su ansiedad no le impidió seguir con su vida. Decidió que saldría a dar un paseo con Alejandra, ya sea para comprar o no, como sea, mantendría la distancia con Pepa. Ella por su parte estaba tomando sol en la alberca junto a Laura, siendo atendida por los sirvientes de la casa.
-¿Gusta un poco más de jugo Señora Pepa? -una joven le preguntó.
-Por favor, está muy bueno -le alcanzo su vaso.
-¿Y usted Doña Laura? -respondió extendiendo su vaso hacia el muchacho con la jarra de piña colada. Lucía un outfit tan veraniego como oscuro: un traje de baño negro, una falda morada con flores blancas y un sobrero de playa también negro.
-Patrona -Joaquin llegó con un celular en la mano-. Una de sus pacientes la llama, es una urgencia.
-¿Una urgencia? -le dio el aparato-. Diga -siguió escuchando-. Ah sí, Martina -su voz era aguda, dulce, pero fingida-. Iré enseguida, no se preocupe -cortó, poniéndose de pie-. Pepa, vendrás conmigo.
-¿Pero creí que no podía salir? -Laura no dijo nada más.
-Permítame darle una mano -Joaquin le tendió una mano, y ambos fueron a la habitación en la que Pepa se quedaba-. Ha de usar un bolso para llevar sus pertenencias -abrió el closet, sacando así una cartera negra-. Usará esta billetera para sus documentos -le mostró una de color dorado, la cual puso en el mesón al igual que la cartera-. Aquí están sus identificaciones y tarjetas de crédito. Si desea comprar algo use la que estime conveniente, y digitalice el año de su nacimiento.
-Amm, no sé si estoy entendiendo -aclaró.
-Yo estaré a su lado todo el tiempo para echarle una mano -ya con todo listo, se volteó a mirarla-. Vamos a la camioneta, la Patrona ha de estar esperando -caminaron así sin más al garaje, subiendo a un vehículo mucho más ostentoso que el que llevaron al Encanto. Había un conductor esperando junto a Laura, Joaquin se sentó en el puesto del copiloto mientras que Pepa se instaló a sus espaldas.
-¿A dónde vamos? -preguntó el conductor a Laura.
-Al hospital, y que sea rápido -no tuvieron que repetirle la instrucción dos veces-. Las niñas fueron al centro por un rato -se dirigió a Pepa-. Las escoltan seis hombres, tres para cada una.
-¿Para qué necesitarían escoltas? -aún era muy ingenua.
-La gente aquí afuera no es la misma que la del Encanto, querida. No existe tal cosa como la paz -comenzó a hablar Laura-. La mayoría crece en situaciones precarias, rodeados de violencia y desesperación. En la mayoría de los casos, aquellos que están en la cima son personas corruptas, como Doña Beatriz en su momento. También hay algunos que nacen en cuna de oro, y otros pocos, que ascienden gracias a su esfuerzo -Pepa miró a través de la ventana, las casas de aquel barrio.
-¿Y cómo fue que ustedes llegaron aquí? -la pelinegra encendió un cigarro, abriendo la ventana para que el humo no afectara tanto a su compañera.
-La suma que Don Víctor dejó de herencia fue suficiente para poder asentarnos en Miami -aspiró un poco del humo, reteniéndolo unos segundos antes de expulsarlo-, también nos sirvió para que tanto Andrés como yo estudiásemos en la Universidad.
-Entonces Don Víctor debió tener bastante, digo, para que pudiesen comprar esa casa -pensó.
-Te equivocas, empezamos viviendo en un apartamento en tanto encontrábamos la estabilidad -explicó-. Luego, cuando terminamos nuestros estudios y empezamos a trabajar, combinamos todo para obtener lo que ahora llamamos hogar -suspiró-. Él mismo diseñó todo, yo ayudé también, y la satisfacción de ver la casa terminada fue...maravillosa.
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Sombras de Luna
FanfictionUn año después de los hechos ocurridos en Encanto, los problemas regresan de la forma más inesperada posible. ¿Será la familia Madrigal capaz de enfrentar esta nueva amenaza? Pd: La edad de los Trillizos es otra (42), pero esto no implica que perso...