5. Una noche más y no nos volvemos a encontrar🔞.

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Artículo 5: No hay consecuencias cuando alguien llama idiota a su jefe, delante de su jefe, que no sabe que es su jefe. 

Leah.

Nunca pensé que fuese tan placentero el amanecer rodeada en los brazos de un desconocido.
Sus manos estaban cómodamente posadas en mi cintura, mientras plantaba besos en mi frente y mejillas.

Si, como si fuésemos una pareja completamente normal, cuando ni siquiera le había dicho mi verdadero nombre.

— Buenos días. —susurra, mostrándome sus ojitos azules brillantes—. ¿Cómo dormiste?

— Sorprendentemente bien. —respondo algo avergonzada, pero no incómoda—.

— Me haces sentir halagado, Miel. —su boca choca con la mía, dejando un casto beso en mis labios—. Creo que hace mucho tiempo no dormía tan bien.

— Me haces sentir halagada, chico del bar. —digo, porque a la mierda la vergüenza—.

Me estiro, sacándome el sueño de encima y abro los ojos como platos cuando me percato que estoy completamente desnuda.

— ¡Ups!

— ¿Estás intentando tentarme? Porque si eso es lo que quieres, ya lo lograste. —su cara se ensancha en una sonrisa y me tapo la cara avergonzada—. Caroline, era una broma, nunca haría algo que no quieres.

— Lo siento, soy bastante nueva en esto del coqueteo.

Dios, métanme en un ataúd y entiérrenme por siempre, estoy haciendo el ridículo.

— No te preocupes, Caroline; no nos volveremos a ver. Puedes ser completamente extrovertida conmigo, así como lo fuiste anoche. —está posado en la puerta del baño, solo con su ropa interior y sus brazos cruzados. Luce muy sexy, tanto que me dan ganas de decirle que prácticamente anoche le robé la personalidad a mi mejor amiga—.

— Yo... creo que debería irme.

Me levanto de la cama y tomo el vestido negro que me hacía sentir completamente sexy, pero que ahora me hará ver como cualquier cosa.
La noche anterior lo combinaba con tacones, un peinado y maquillaje. Ahora lo acompaño con una cara cansada y una sonrisa post sexo por primera vez.

— ¿Te irás con ese vestido? —me pregunta, con el ceño fruncido y una sonrisa en sus labios—.

— Si, no tengo otra cosa que ponerme. —digo, tapándome con las sábanas y mirando el suelo para encontrar mi ropa interior. Cuando la encuentro, me levanto con rapidez y me la coloco al instante—.

— Walter te trajo tu auto y pasó a una tienda por ropa más cómoda. —me dice y lo miro confundida, porque no tengo ni idea quien es Walter—. Es mi asistente personal. —responde, como si me leyera la mente—.

— ¿Molestaste a tu asistente personal solo para buscarme ropa? —pregunto, tomando la bolsa que está encima del sillón y asiente—.

— Planeo quedarme con ese vestido. —dice, señalando el trapo que está en el suelo—. Necesito un recuerdo de la chica del bar.

— Ya tienes una foto...

— Una bastante linda, por cierto. —dice, poniéndome una cara que me derrite—.

— Amo ese vestido...

— Que coincidencia, Caroline; porque yo también amo ese vestido. —dice, tomándolo y dejándolo alejado de mí—.

— ¿A caso vas a usarlo en la comodidad de tu casa? —lo molesto y niega con una sonrisa—.

— No creo que me quede tan increíble como te queda a tí. —dice y sonrío—. Solo quiero tenerlo como un recuerdo. Si quieres uno igual, llamaré a mi asistente y le diré que te compre uno. —dice y niego al instante—.

Que la ley nos ampare | Tom Hiddleston [LIBRO 1] ✓ (En Edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora