9. La verdad es un arma de doble filo.

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Artículo 9: El desmayarse en los brazos de un hombre no siempre es sinónimo de encontrarse en un cuento de hadas. 

Tom

— ¡Mierda! – grito cuando siento que Leah se desmaya y alcanzo a agarrarla para que no se azote contra el suelo. No puedo hacer ni decir nada más, porque Mark reacciona con rapidez y me la quita de los brazos.

— Gracias por atraparla Tom. – dice, tomándola como si fuese un bebé. – Jack, abre el auto, hay que llevarla a urgencias.

— Tranquilo, yo manejo, llévala atrás. – digo, cuando veo que el hijo menor de Mark no reacciona. – Chris llévate mi auto, nos vemos en urgencias. – le lanzo las llaves del auto y no le presto atención a la cara confundida que me dedica.

— Muchísimas gracias Tom. – Mark me agradece antes de subirse al auto, agarrando con suavidad la cabeza de Leah. – Jack, súbete al lado del señor Hiddleston. – le pide y este por fin reacciona.

El Mercedes Benz E-300 de Mark no es más rápido que mi auto, pero mi desesperación es tanta, que solo puedo ocultarla yendo a toda velocidad rumbo al hospital. Tanto que rebaso a Chris quien va conduciendo mi auto.

— ¿Está respirando? – digo, con un tono que no suene preocupado.

— Si, pero no reacciona... Y Leah nunca se había desmayado antes. – veo como se agarra la frente con preocupación.

Nada va a pasarle Tom, es solo un desmayo.

Con la vista nublada freno a toda velocidad en la entrada del hospital y me bajo con rapidez a abrir la puerta trasera. Mark baja con cuidado, mientras su hijo menor entra a pedir una camilla.

Me permito respirar cuando veo como tres paramédicos llegan a su rescate. Mark la deja en la camilla y veo como se pierden en el establecimiento.

— Mark, llama a mi esposa por favor. – grita antes de irse con Leah y solo logro asentir con la cabeza.

Esto no puede estar pasando... No de nuevo.

No puedo evitar sentirme culpable por el desmayo de Leah. Es muy probable que se haya desmayado al escuchar que estoy casado. Mierda, sabía que debía decírselo antes, pero nunca pensé que la chica del bar se convertiría en mi pasante.

Me asusto cuando una mano toca mi hombro, pero me relajo cuando veo que es mi hermano menor.

— ¿Estás bien?

— Obvio que estoy bien Chris ¿Por qué no lo estaría?

— Es que estás muy alterado, más que cuando te dije que Lilia estaba en el hospital. – me mira confundido y trato de relajarme para que no sospeche.

— Christopher... Solo ayudé a un amigo y compañero de trabajo. No es para tanto.

— Me dejaste conducir tu auto...

— ¿Y?

— Jamás me hubieses dejado conducir tu auto. No si no hubieses estado preocupado. – me mira como tratando de sacarme una verdad, pero lo freno al instante.

— Basta con tus mierdas filosofales, aquí no pasa nada de otro mundo. Solo ayudé a un amigo y a mi pasante.

Me mira como si me hubiese creído, así que solo pongo los ojos en blanco y me aproximo a entrar al establecimiento, no sin antes hacer una llamada.

— ¿Roxanne? – digo cuando escucho que contesta. – Soy Tom.

— Tom, hola... ¿Pasó algo? – pregunta con tono preocupado. Más porque no suelo llamarla casi nunca.

Que la ley nos ampare | Tom Hiddleston [LIBRO 1] ✓ (En Edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora