8. Keep my daughter name out of your fuck*ng mouth.

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Artículo 8: Nunca creas el estado civil de un hombre que te miente hasta en su nombre.

Leah

— ¿Disculpe? —pregunto, haciéndome la estúpida—. No sé de qué quiere hablar, señor Hiddleston. —no me sirve de nada, porque su mirada sarcástica y su risita me descolocan—.

— ¿Señor Hiddleston? Vamos Leah, dudo que te haya dado amnesia.

— Claro que no, solo estoy siendo estrictamente profesional. —digo, arreglándome la falda para controlar el nerviosismo de mis manos—.

— No puedo creer que no esté siendo profesional, cuando me caracterizo por ser así... Pero Leah, nunca me imaginé que tú fueses la—

Un sonido en el pasillo lo descoloca y aunque no estemos haciendo nada, me pongo pálida con solo pensar de que alguien podría haberlo escuchado hablar con tal decoro.

— Leah shh. —pide que me quede en silencio—.

Lo siento caminar justo por mi lado, su hombro roza con el mío y por fin vuelvo a respirar cuando lo siento alejarse. Lo veo abrir la puerta y percatarse de que no haya nadie en el piso.

— No hay nadie en el pasillo, ahora podemos hablar con total confianza. —dice, cerrando la puerta de nuevo—.

— Claro, porque necesitamos confianza para defender a nuestra cliente. —digo sandeces para eludir la conversación—.

— ¡Oh, claro que sí! No olvides que también debemos ganarnos la confianza de la cliente. —me sigue el juego y ya no sé como seguir—.

— S-sí, deberíamos de analizar el expediente. ¿Cómo se llama la client —digo, pero me quedo en silencio cuando lo siento respirar en mi espalda—.

El mundo se me paraliza y trago grueso cuando siento como con la punta de sus dedos, toma un mechón de mi pelo.

— Leah... Tienes más cara de Leah. —dice para si mismo—. La que progresa y triunfa. —susurra muy cerca de mi oído y me sorprendo, nunca me hubiese esperado que se supiera el significado de mi nombre—.

— Lo eligió mi papá. —susurro, matando todo el momento—. ¿Cómo sabes el significado de mi nombre?

— Una vez Mark me lo dijo. Por alguna razón hablábamos mucho de tu progreso universitario, pero nunca nos conocimos. La foto que tiene tu padre de ti en su oficina es bastante antigua.

— Si, la verdad es que no me gustan mucho las fotografías. —miento. Amaba que me tomasen fotografías, pero Hunter las odiaba y después de tanto tiempo me pegó esa esquivez al salir en cámara—.

— Que raro, porque la fotografía que te tomé en el bar demuestra lo contrario. —lo siento juguetear con mi pelo y cierro mis ojos para rememorar el momento—. Tan linda y sonriente, con un vestido de ensueño...

Vamos Leah, es tu jefe, no puedes tener ningún lío amoroso con él.

— El vestido que secuestraste...

— El vestido que secuestré. —repone con una sonrisa—.

— Señor Hiddleston...

— Estás preciosa. —me interrumpe como si nada y tiemblo cuando pasa sus dedos por mi brazo—.

— Tom...

— Perdóname Miel... Leah... Pero ya me había hecho la idea de que no te volvería a ver.

— Te dejé mi número...

— Pensé en llamarte...

— Pero no lo hiciste.

Que la ley nos ampare | Tom Hiddleston [LIBRO 1] ✓ (En Edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora