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Sentía un pequeño cosquillear en su nariz, al igual que en todo su cuerpo.

No, de nuevo no.

El fin de semana había pasado bastante rápido, mayormente eso le hubiera molestado pero en ese momento todo lo que quería era olvidar ese maldito sábado.

Quería pretender que eso jamás había sucedido.

Que no había conocido al chico más lindo que alguna vez haya visto.

Que no quiso besarlo.

Que no era su destinado.

Pero todo eso se le borraba de la cabeza al sentir de nuevo ese precioso aroma.

--¿Qué haces?

Un pequeño salto se le escapó al escuchar la voz de su madre en la puerta de su habitación. La ama pero si volvía a asustarlo así se iba a quedar sin hijo.

La risita de su mamá no faltó.

--¿Por qué lo dices?-- La mirada de su madre dijo todo. Claro, estaba escondido detrás de la pared de su habitación como si alguien lo mirara desde su ventana, o más bien como si alguien le apuntara con un rifle ya que lucía paranoico.-- Es que...-- Tuvo que sacudir la cabeza de nuevo al sentir más fuerte ese aroma, mierda, parecía que lo tuviera al lado ¿Acaso su mamá no lo sentía?--¿No sientes ese olor?

--¿Olor? ¿Algo huele mal?

--No, son feromonas, pero...--" Pero siento como si me quisieran hacer saltar por la ventana" No podía decir eso sin sonar mal--...Son demasiado fuertes.

--Bueno ¿Puede que sean los vecinos?

--¿Vecinos?

Recién y aún resguardado detrás de su ventana miró hacia afuera, buscando pistas de lo que decía.

Si, hace mucho esa casa está vacía y claramente había gente dentro ¿Cómo no lo había notado antes?

--Se mudaron hace días, incluso anoche tu hermano no paraba de hablar de ellos ¿En dónde tienes la cabeza?-- En cualquier parte en realidad, esos días él mismo desearía poder renunciar a las cosas que inundan su mente--Son dos hermanos, Canadá y yo nos encontramos a uno de ellos ayer, es un alfa muy educado, debe ser un poco más grande que tú.

No.

No hay posibilidades de que sea justo al lado de su casa que se mudó.

"A unas cuadras" no puede ser al lado de su ventana.

Como si fuera un golpe del destino, una patada directo a su cara, fue que la ventana delante de la suya, justo y de manera muy precisa al frente de la suya, brilló por la luz prendida.

El olor se intensificó.

Allí, con el cabello ahora libre de la coleta, Argentina caminaba con mucha calma y al parecer pereza, sosteniendo una sutil sonrisa en su rostro.

Parecía agotado pero satisfecho, y para su mala suerte seguía viéndose como el Omega más malditamente lindo que alguna vez vio.

Se odió por pensar eso.

Y se odió más cuando se derritió al ver que el Omega le sonreía y le agitaba la mano para saludar.

Su lobo movía la cola como un cachorrito que espera su premio.

Él sólo atinó a saludar con la mano también.

Si su plan era olvidar que existe entonces el universo estaba decidido a no dejarlo dejar de pensar en él.

Y no es como si esos dulces ojos angelicales que le sonríen lo ayudaran.

Su lobo le rogaba que le hablara y, en términos simples, lo marcara y se casara con él ignorando cualquier ley que le impida casarse a los diecisiete.

Que su deber era ir y marcar territorio en el Omega de ambos.

Más bien el Omega de él, porque Usa no pensaba dejar a su novio por un capricho de su lobo.

Había tomado una decisión, su novio era Filipinas, y ningún chico por más lindo que fuera y por más que su instinto le pida otra cosa iba a cambiar eso.

Se acercó a la ventana apreciando por última vez esos ojos de ángel antes de cerrar la persiana.

El destino se materializó en la mano de su mamá que se estampó contra su cabeza.

--Que grosero, el chico te estaba saludando.

Ay.

『𝔸𝕟𝕘𝕖𝕝 𝕖𝕪𝕖𝕤 』 ᴜꜱᴀʀɢ  🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora