Madre Molesta

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Espero que les guste~

Julieta era una mujer dulce y amable, una curandera, siempre dispuesta a ayudar a quien sea que lo necesite pero tiene un punto débil, sus hijas. Sus amadas y adoradas hijas. No debías meterte con ella si no querías encontrarte con su lado malo.

 Así que mientras ve los escombros que antes era su casa, la escena anterior se repite en su mente. Su madre gritando, culpando como siempre a su pobre e inocente hija menor de todos los males, es el colmo. Ha visto muchas injusticias, como su madre obligándola a cocina desde muy pequeña, como su madre obligando a su hermana Pepa para que no se molestara nunca, como su madre obligaba a su hermano Bruno a dar visiones a pesar del obvio dolor, como su madre fuerza la perfección en su amada hija Isabela, como su madre abusa del buen corazón y gran fuerza de su querida hija Luisa. Ha intentado que ella se detuviera durante años, intento hacerlo con suplicas y buenos tratos pero nada funciono y así termino todo. Sin dones, con su casa destruida, con su pequeña en quien sabe donde sintiendo culpa por algo que ella no causo en lo más mínimo. Se canso, esta harta.

Se dio media vuelta y empezó a caminar a paso firme. Pepa la ve y se encoje en su lugar, abrazando ligeramente a su marido, su hermana mayor tiene un fuego ardiente brillando en sus ojos y una expresión de furia pura. Eso no iba a terminar bien.

-Julieta...- Alma miro a su hija, algo en su interior retorciéndose con fuerza ante la mirada de enojo puro que ella tiene.

-¡Cállate!- gruño, sin importarle que le estuviera hablando a su madre. -Culpaste a Mirabel por todas tus desgracias...si un plato se rompía, era culpa suya...si el piso no estaba limpio, era culpa suya...te pedí de buena manera, te suplique que dejaras a mi hija en paz, te pedí que dejaras a mis hijas en paz, pero tu no me ESCUCHASTE- apretó los puños con fuerza, temblando de la ira. -¡Todos esto es tu culpa!- señalo los escombros a su alrededor.

-¡Julieta!- Alma alza la voz con toda la autoridad que puede, sin querer que su hija continúe.

-¡Todo es tu culpa, acéptalo mama!- no se va a echar atrás, no ahora. -Bruno se fue por ti, porque nunca podías dejar ver lo peor de él sin importar cuanto se esforzara para hacerte sentir orgullosa- recordar a su hermano duele porque lo extraña con todo su corazón y le gustaría volver atrás para poder protegerlo como debió haber echo. -Casita se rompió, la magia se fue, porque tu no podías ver más allá de tus locas ideas y cuidar a tu familia por una vez en tu vida- respiro hondo. -Ahora, mueve ese culo artrítico tuyo...- gruño, ignorando el jadeo escandaloso de sus sobrinos e hijas ante la expresión. -...y busca a mi hija- entrecerró los ojos como advertencia. -Espero, por tu bien, que ella este sana y salva- sin más que decirle a aquella mujer, se dio la vuelta y camino hacia su marido, apenas notando las miradas llenas de sorpresa de toda su familia. -Busquemos a Mirabel- es una orden y una suplica, la ira calmándose y dejando una sensación de cansancio.

Alma solo puede ver como su familia se aleja, gritando el nombre de Mirabel, y dejándola allí, en medio de los escombros de lo que antes era su hogar, sola. Solloza. El enojo en rostro y la voz de su hija mayor dolió, sus palabras dolieron, pero debe admitir, que hay algunas verdades en sus palabras. Ha estado ciega por mucho tiempo y eso lastimo a todos en su familia. Espera poder enmendarlo.

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