Le había pedido a mi madre que me llevara a Carson City para reunirme con el Inspector Jacob Johnson, el hombre con el que había hablado Clark Watts la noche anterior. Después de contarle lo sucedido, me había citado en su despacho para explicarme el procedimiento a seguir e informarme de algún avance.
De nuevo, me había tocado explicarles a mis padres todo lo que había pasado y empezaba a estar ya cansado de contar lo mismo una y otra vez. No me molestaba en absoluto, pero era agotador. ¿No habéis tenido alguna vez la sensación de que, después de contar una cosa montones de veces, llega un momento en que os da pereza hacerlo? Pues algo así me pasaba a mí. Se lo había contado al jefe de policía, al inspector, a un miembro del FBI que llamó a Clark cuando yo ya me iba a casa, a la facultad de criminología cuando les llamé para avisarles de la evidente ausencia de Alison, a varias personas que me habían parado para preguntarme esa mañana durante las clases, a la maldita Abby... No pude evitar resoplar cuando me acordé de la conversación que había tenido con ella y mi madre se percató de ello. Habíamos estado en silencio durante la mitad del trayecto y mi queja silenciosa se había escuchado demasiado alto.
— Shane... Sé que estas agobiado y preocupado por Alison, pero tengo la sensación de que te pasa algo más.
— ¿Cómo qué? —Madres y su sexto sentido, imposible engañarlas.
— No lo sé, dímelo tú. Entiendo que estés cansado después de no haber dormido en toda la noche y haber pasado la mañana en la universidad teniendo que dar explicaciones a todo el mundo. Pero estás enfadado y no creo que sea por eso.
— Es Abby, lo nuestro se ha acabado —le contaría la verdad, no quería que estuviese insistiendo los veinte minutos que quedaban para llegar—. Pero bueno, que lo que me enfada no es eso, sino que me he dado cuenta de que es una grandísima hija de puta.
— ¡Oye! ¡Esa boca! —exclamó sorprendida por mi vocabulario.
— Tengo dieciocho años, mamá, no soy niño para que me llames la atención por esas cosas.
— Pero tendrías que controlar tu lenguaje. Además, ¿qué ha hecho Abby para que le digas eso? Es una buena chica.
— Veamos... —¿Por dónde empezaría? ¿Por los cuernos o por la putada a Alison? —. Digamos que ayer por la tarde me llamó para cortar conmigo y después le mandó un mensaje a Alison acusándola de meterse en nuestra relación.
— ¿Y ha sido así?
— ¡No! ¿Por qué iba a meterse en ningún sitio?
— Sois amigos desde muy pequeños, prácticamente habéis crecido juntos.
Mi madre había perdido el juicio. Para mí Alison era como una hermana y no la veía como nada más, se lo había dicho miles de veces. Puede que nuestra relación fuese muy buena y eso le diera motivos para pensar de esa forma, pero no era así.
— Siento haberte interrumpido, sigue contándome —se disculpó después de darse cuenta de que no le iba a seguir el juego.
— Resulta que Abby está con otro y para cortar conmigo sin tener que decírmelo, lo único que se le ocurrió fue eso.
La cara de sorpresa de mi madre fue todo un poema. Llevaba saliendo con esa chica cuatro años y ella la tenía en un pedestal. Seguramente nunca hubiese imaginado que pudiese hacerme algo así.
— ¿De verdad ha hecho eso? —preguntó incrédula.
— Como lo oyes. Lo que más gracia me hace es que se siente mal por haberle mandado a Alison ese mensaje. Dijo que de haber sabido que la iban a secuestrar no lo hubiese hecho. ¿Se puede ser más miserable?
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Notas de una historia
Mystery / ThrillerAlison siempre ha sido una fanática del mundo del crimen y acaba de acceder a la universidad para poder convertirse en criminóloga, pero sus planes se tuercen cuando una noche desaparece mientras iba a una cafetería. Lo único que queda de ella es su...