Hacía ya media hora que Thomas me había dejado sola. Me sentía dolorida y cansada, pero sobretodo me sentía sucia. Era la segunda vez que me forzaba y esta vez la dosis había ido acompañada de varios golpes por todo mi cuerpo. En ningún momento grité.
Sentí que había ganado cuando le vi irse enfurecido al no haber conseguido de mí la sensación que tanto le gustaba, pero no sabía si aguantaría una tercera vez.
Cerré los ojos dejándome llevar por el agotamiento y pensé en toda la gente a la que quería. Era la primera vez desde que estaba allí que me paraba a pensar seriamente en ellos, tal vez estaba empezando a asumir que no los volvería a ver nunca más.
Mis padres seguramente se sentirían culpables de mi desaparición, pues les había costado bastante permitir que me independizara. Ellos querían que continuase mis estudios universitarios en casa, pero yo necesitaba sentirme libre para hacer lo que quisiera durante esa etapa de mi vida. Daba igual que me hubiese quedado en Fernley aunque fuera en otra casa, sólo quería mi espacio y mi vida sin nadie que me controlase.
Luego estaba Shane... Dios, él sí debía sentirse realmente culpable. Él había sido el que me había propuesto salir ese día y, aunque yo para nada le culpaba, seguramente se habría sentido bastante mal por ello. ¿Cómo estaría y qué había sido de él? ¿Habría seguido con su vida y sus estudios? La verdad es que le echaba tanto de menos... a todos. Incluso a Abby a pesar de aquel mensaje tan desagradable que me envió. Todavía no conseguía entender a qué vino eso y lo más seguro era que nunca lo iba a saber.
La puerta del sótano se abrió y por un momento el corazón me dio un vuelco, pero enseguida me tranquilicé al ver que sólo se trataba de Caleb.
Caminó en silencio hasta la cama, donde todavía estaba yo, y se sentó a mi lado sin decir nada. Fue entonces cuando me di cuenta del gran tajo que tenía en un lado de la cara.
— ¿Caleb? ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo te has hecho eso? —le pregunté preocupada intentando levantarme.
— Perdóname... —fue lo único que dijo antes de abrazarme y hundir la cabeza en mi hombro.
— ¿Qué te perdone? ¿Por qué? ¿Qué pasa?
— Al intentar ganar tiempo para que no te mate, estoy provocando que vivas un infierno.
Era cierto que había provocado un poco a Thomas, pero sabía de sobra con qué intención lo había hecho. No tenía que pedirme perdón por eso, al contrario, yo estaba muy agradecida de que intentara protegerme.
— Lo prefiero así, lo soportaré. —Intenté restarle importancia para que se sintiera mejor—. Muerta no puedo luchar para que la verdad salga a la luz.
— Alison... realmente eres una terca —me regañó con cariño.
— ¿Qué te ha pasado? —insistí cambiando de tema.
— Fui un imprudente y lo pagué. Eso es todo.
— ¿Pagar? ¡¿Qué has hecho?!
No pude evitar pensar que se había enfrentado a Thomas después de dejarme aquí e irse. Por primera vez desde que estaba cautiva, Caleb había intentado detener a ese monstruo a pesar de saber que no podría hacer nada. ¿Le habría castigado por ello?
Se separó de mí y por fin pude ver la herida con claridad. Era horrible, le recorría casi todo el lado de la cara... Era una verdadera suerte que no le hubiese sacado un ojo al hacérsela.
— No pude controlarme después de lo que te ha hecho. —Estaba bastante afectado y evitaba mirarme—. Intenté matarle para así dar fin a esta pesadilla.
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Notas de una historia
Mystery / ThrillerAlison siempre ha sido una fanática del mundo del crimen y acaba de acceder a la universidad para poder convertirse en criminóloga, pero sus planes se tuercen cuando una noche desaparece mientras iba a una cafetería. Lo único que queda de ella es su...