Dos días después de ir a la televisión y pelearme por segunda vez con Abby, iba conduciendo de vuelta a casa desde la universidad cuando mi madre me llamó. Puse el manos libres y le contesté, aunque para lo que me quedaba de camino quizá hubiese sido mejor esperar a llegar. Estaba muy nerviosa y no paraba de repetirme que tenía que ver una cosa cuanto antes. Tenía tanta curiosidad por saber qué era lo que la había alterado tanto que, después de colgar, aceleré sin importarme las multas que me pudiesen poner.
Dejé el coche ante la puerta del garaje, cogí la mochila y corrí hacia el interior de la casa.
Me crucé con mi padre en la entrada y le saludé de forma fría y distante. No solía estar mucho en casa debido a su trabajo y por eso mi relación con él era casi nula. Lo normal era que la cosa se hubiese quedado ahí, pero ese día decidió empezar una conversación conmigo.
— Te vi el otro día en la tele. No tenía constancia de que hubieras decidido ir.
Quería ir a donde estaba mi madre y que me contara eso tan importante, menudo momento más idóneo para interesarse por mí.
— Lo decidí de la noche a la mañana, aunque luego me arrepentí de haber ido.
— ¿Arrepentirte? ¿Te trataron mal?
— No, es sólo que... bah, da igual.
Dejé la mochila al lado de la puerta y miré hacia el salón para ver si mi madre estaba allí.
— Si necesitas hablar, sabes que puedes buscarme.
— ¿Cuándo? ¿Cuándo no estás en casa o cuando no atiendes las llamadas?
No le odiaba, pero había cosas con las que había cargado durante demasiado tiempo y habían terminado pesando. Una de ellas era esa, el hecho de que había crecido sin un padre que estuviera presente en mi vida. Siempre estaba muy ocupado con sus reuniones de gran empresario o con sus viajes de negocios. Todo eso era mucho más importante que su mujer o su hijo y hacía años que había aprendido a vivir con ello.
— Deberías ser un poco más considerado, todo lo que tienes es gracias a este trabajo. No paso tiempo fuera por gusto.
— Hay cosas que no se compran con dinero. Ten buen viaje, papá.
Le di la espalda y fui hacia el salón sin mirar atrás. Estaba harto de la misma excusa de siempre, me agotaba. Hacía tiempo que había dejado de darle importancia a que pasara de mí y que me recordara constantemente el enorme sacrificio que hacía al estar lejos de su familia para poder pagarme todos los caprichos. Caprichos que, por cierto, yo nunca le pedí y por eso me parecía bastante injusto que me lo echara en cara.
Escuché la puerta principal cerrarse y supe que se había ido. Por un momento pensé que se preocuparía por cómo me sentía al menos una vez en su vida, pero me quedaron claras muchas cosas después de eso. Como siempre, me había preguntado simplemente para quedar bien e ir de buen padre que se preocupa por su hijo. ¿Pero qué padre preocupado se rinde ante la primera negativa y se iba sin más? Nunca me había sentido querido por él, nunca había sentido que se preocupara por mí y, aun así, me había dolido su indiferencia. Decidí dejar de pensar en ello, tenía cosas más importantes de las que preocuparme que darle vueltas a algo que sabía que nunca iba a cambiar.
— ¡Shane, corre! —Su grito me sobresaltó, estaba tan sumido en mis pensamientos que no me lo había esperado.
Antes de que cruzara la puerta del salón, mi madre ya había salido corriendo hacia mí. Me cogió la mano y tiró de mí para llevarme hasta el sofá. Cada vez me intrigaba más qué era lo que quería que viera, si estaba tan alterada debía ser algo importante. ¿Pero qué y sobre qué?
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Notas de una historia
Misterio / SuspensoAlison siempre ha sido una fanática del mundo del crimen y acaba de acceder a la universidad para poder convertirse en criminóloga, pero sus planes se tuercen cuando una noche desaparece mientras iba a una cafetería. Lo único que queda de ella es su...