No podía creerlo, no tenía suficiente con la repentina decisión de Abby que ahora me topaba con la posibilidad de que Alison podría haber sido asesinada. El día no podía ir a peor y la situación me sobrepasaba. Llevaba una hora en comisaría, había ido para denunciar su desaparición y me habían mandado a una especie de sala de espera. "Póngase a la cola y espere su turno, hay gente esperando todavía", fue lo único que me dijeron. Ya, no estaba ciego y sabía perfectamente que había personas antes que yo a la espera de hablar con el jefe de policía. ¿Pero sus motivos eran igual de importantes? Yo los veía muy tranquilos sentados en las sillas, algunos incluso riendo mientras miraban el móvil. Yo en cambio, no paraba de andar de aquí para allá más histérico que nunca. Incluso dos agentes tuvieron que llamarme la atención varias veces porque no conseguía calmarme. ¡¿Y qué esperaban, joder?! ¡Se la habían llevado! Y lo que era peor, por mi maldita culpa. Yo fui quién le propuso salir, yo fui quién insistió en verla personalmente cuando podía haber esperado perfectamente a que me recogiera a la mañana siguiente para ir a la universidad.
La puerta del despacho del jefe se abrió por enésima vez, o más, perdí la cuenta de las veces que no habían dicho mi nombre. Un agente salió con una lista y la ojeó para comprobar quién era el siguiente en entrar.
— ¿Shane Clare? —preguntó en voz alta.
Por fin, no había terminado de decir mi nombre y yo ya estaba corriendo hacia él. Le sorprendió bastante mi reacción, pero no dijo nada. Me dejó pasar y cerró la puerta después de entrar al despacho tras de mí.
El jefe de policía estaba sentado en su mesa ordenando varios papeles. Tuve la impresión de que no le iban a dar importancia a lo que tenía que decirles.
— Siéntese y cuénteme qué le ocurre. —Hablaba como si le molestara mi presencia, pero me daba igual, no me iría sin que hiciesen algo por Alison.
— Mi amiga ha desaparecido hace unas dos horas. Había quedado con ella para tomar algo, pero...
— ¿Sabe usted que dos horas no son suficientes para denunciar una desaparición? —me interrumpió.
Lo sabía, sabía que me pondrían esa excusa. Cuando se trataba de adolescentes, las autoridades no se tomaban muy en serio las desapariciones hasta que no pasara un mínimo de horas desde que desaparecen. ¿La razón? Muchos tienen peleas con sus padres y se van de casa durante unas horas, o simplemente hacen lo que les da la gana incumpliendo la hora de llegada a sus respectivas casas. Pero Alison no era así, ella no sólo era responsable, sino que tenía una prueba bastante evidente de que no había desaparecido por voluntad propia.
— Escúcheme. —Esta vez el que sonaba serio y amenazante era yo—. Se la han llevado, quedé con ella en una cafetería y la esperé durante cuarenta y cinco minutos. Como es evidente, no apareció, pero tampoco contesta a las llamadas.
— ¿Y eso significa que está en problemas?
— Déjeme terminar. —Estaba enfadado y no iba a dejar que me volviera a interrumpir—. La busqué por los alrededores, por si de verdad se le había hecho tarde y estaba por allí, pero no la encontré, al menos no a ella. Su coche estaba aparcado a unos doscientos metros del punto de quedada, pero estaba vacío.
— ¿La buscó bien por si estaba en algún otro establecimiento?
Saqué el móvil y entré a la galería de imágenes. Estaba claro que tenía que recurrir a esa foto, sino no me creería jamás y tendría que volver al día siguiente.
— Encontré esta nota. Creo que como agente que es, reconocerá a quién pertenece.
El jefe de policía se quedó helado. Me cogió el móvil para ver la foto más de cerca y enseguida cogió el teléfono para llamar a alguien.
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Notas de una historia
Misterio / SuspensoAlison siempre ha sido una fanática del mundo del crimen y acaba de acceder a la universidad para poder convertirse en criminóloga, pero sus planes se tuercen cuando una noche desaparece mientras iba a una cafetería. Lo único que queda de ella es su...