Capítulo 10 - Shane

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Al final mi madre se había ido a una cafetería que había justo a dos calles del apartamento de Jacob Johnson y, cuando la llamé para decirle que ya había terminado, me dijo que fuera para allá y merendara algo con ella.

Llevaba un buen rato dándole vueltas al café con la cuchara pensando en todo lo que había hablado con el inspector y en si debía o no aceptar la propuesta. Me había dejado claro que no podría informarme de todo y que nuestra conversación acerca de la nota y su posible significado había sido una excepción. Estaba muy confundido y empezaba a dolerme la cabeza. Para colmo, ese era el segundo café que me tomaba en menos de dos horas... lo que me faltaba teniendo en cuenta que llevaba casi veinticuatro horas sin dormir.

— Cariño, ¿te encuentras bien? Estás bastante ausente desde que has entrado por la puerta.

— Ni yo sé cómo me encuentro, tengo un auténtico caos en la cabeza.

— Aún no me has contado qué habéis hablado. ¿Te ha dado alguna información acerca de cómo se llevará a cabo la investigación?

Suspiré al recordar lo que me dijo Jacob acerca de ocultarme cosas del caso. Había creído que, al ser su mejor amigo, me mantendrían al tanto de todo. Iluso, así me sentía.

— Ha deducido a partir de la nota que la llevará hasta la costa oeste del país, así que se intensificará la búsqueda allí. Pero dudo bastante que esa nota fuese escrita con la intención de dar algún tipo de pista.

— ¿Por qué no? Tiene sentido.

— Si tú me mataras, ¿te arriesgarías a que la policía descubra tu paradero?

— ¡Por Dios, Shane! ¡Jamás haría eso!

— Perdona, pues... si mataras a la abuela.

— ¡Shane!

Miró a su alrededor después de elevar la voz y, al ver que el resto de clientes habían dejado lo que estaban haciendo para mirarla, bajó la cabeza avergonzada.

— No voy a matarte ni a ti, ni a la abuela, ni a nadie —me regañó en voz baja.

— A alguien tendrás que matar para poder ponerte en el lugar de un asesino. —He de admitir que me había divertida su reacción—. ¿A papá tal vez?

— De verdad, a veces me dan ganas de matarte diciendo esas cosas...

— ¡Ajá! ¡Me matarías a mí pues!

— ¡No! —exclamó de nuevo— Está bien, si yo asesinase a alguien, intentaría huir, no decirle a la policía dónde estoy.

— Pues eso, que me cuesta bastante creer que lo que decía la nota fuese una pista. Pero bueno, me conformo con que al menos estén haciendo algo para encontrarla.

Me centré de nuevo en remover el café. Eso no era exactamente lo que me preocupaba y seguramente mi madre no tardaría en darse cuenta de ello. Lo mejor era decírselo todo antes de que me hiciera un interrogatorio.

— Me propuso también ir a la televisión para dar entrevistas acerca del caso.

— ¡Eso es bueno! ¡Es una buena forma de que el país sepa quién es Alison!

— ¿A costa de qué? Es lo que me hace dudar sobre qué hacer.

— ¿Cómo que a costa de qué? No te entiendo.

— Tanto la prensa como la televisión tienen como prioridad vender, no informar. Eso les hace pelear por conseguir la mejor exclusiva a toda costa, sin importarles cómo se pueden sentir los familiares.

— ¿Te refieres al morbo que acaban creando con la mayoría de asesinatos?

— Sí. Al final acaban centrándose en airear trapos sucios de la víctima o sus seres queridos y no quiero formar parte de algo así. Si voy, es para ayudar, no para facilitarles el espectáculo que tanto buscan.

Me cogió la mano con la que sostenía la cuchara para que parase de darle vueltas y me miró a los ojos. Estaba seria, pero a la vez me transmitía muchísimo cariño. Madres y sus métodos para ablandarte.

— Haz lo que creas —me dijo con una sonrisa—. Toda ayuda es poca y personalmente creo que puede ser positivo. Siempre puedes poner unas condiciones, déjales claro que sólo hablaras de cosas que sean de ayuda para encontrar a Alison.

— ¿Condiciones? Se supone que soy yo el que les buscaría a ellos, no puedo exigir nada.

— ¿Eso te ha dicho ese inspector?

— No del todo... bueno, no lo sé. Dijo que aprovechara eso para mantenerme informado de posibles filtraciones y avances, lo que me dio a entender que estarían más que dispuestos a entrevistarme.

— Pues ya está, hijo. Si te quieren, es lo que hay. Y bébete el café ya, que estará más que mareado de tanto removerlo.

Mientras hacía lo que me decía, ella se levantó para ir a la barra a pedir la cuenta. Estuve pensando en lo que me había dicho tanto ella como Jacob y, aunque seguía sin convencerme la idea, tenía que tomar una decisión cuanto antes. En el caso de ir a uno, dos, o los programas que hiciesen falta, lo mejor era hacerlo lo más pronto posible aprovechando que la desaparición era reciente.

Me bebí lo que me quedaba de café de un sorbo rápido cuando vi que mi madre ya había pagado y nos fuimos al coche para volver a casa.

Durante el camino, estuve en todo momento mirando la pantalla del móvil con el número de Jacob Johnson marcado en la pantalla, sólo tenía que darle al botón de llamar.

— Por cierto, ¿hay algo más que te preocupe? —me preguntó sin apartar la vista de la carretera—. Estás muy callado.

Estoy cansado y me siento culpable de que se la llevaran. Ya te lo dije mientras veníamos.

Ya, pero... han pasado muchas cosas. ¿Abby ha intentado contactar contigo?

Ni lo sé, ni me importa, está bloqueada. ¿Crees que lo que me pasa tiene que ver con ella?

Hombre, son cuatro años de relación... algo te tiene que afectar.

Ahora mismo ella me da igual, se puede pudrir en el infierno. De hecho, no me acordaba de ella hasta que la has nombrado.

Está bien, si dices que es así, no preguntaré más.

Miré de nuevo la pantalla. Eran casi las ocho de la noche y no sabía hasta que hora exactamente podía llamarle. Tenía que darme prisa, así que le di a llamar.

— ¿Sí? —respondió Jacob al otro lado del teléfono.

— Soy Shane. Le llamo para informarle de lo que he decidido respecto a lo que hablamos esta tarde.

Notas de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora