Capítulo 32 - Shane

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De vez en cuando echaba un vistazo hacia donde estaba Alison y en una de esas veces la vi alzando los dos brazos una y otra vez. Era la señal, Caleb debía de haber conseguido entrar y teníamos que seguirle nosotros.

Miré a todos lados para asegurarme de que nadie me veía y, cuando una pareja que paseaba a unos metros de mí cruzó la esquina, corrí lo más rápido que pude hasta llegar a ella.

— ¿Ya está? ¿Ha logrado entrar? —le pregunté agachándome para quedar escondido tras la valla.

— Eso parece, ahora podremos entrar. Pero no quiero que te sientas obligado a hacerlo, ya me has ayudado bastante.

— Me has hecho venir desde Fernley, tocar timbres ajenos y preguntar por un muerto. ¿Qué más da terminar el día colándome en una casa?

Alison sonrió de oreja a oreja. En realidad, quería que fuera con ella aunque hubiese dicho lo contrario y yo no era capaz de dejarla tirada y arriesgarme a perderla una segunda vez.

Justo antes de correr hacia la puerta trasera de la casa, noté que mi móvil vibró en el bolsillo y le pedí un momento para ver de quién se trataba. Cuatro llamadas perdidas y un mensaje.

Insp. Johnson: La policía estará allí a las diez de la noche. Yo voy de camino, no cometas ninguna locura y espera a que llegue.

Esperar... No podía hacerlo, no era una opción. No teníamos pruebas reales de que Vanessa estuviese allí, pero no podía arriesgarme a esperar a que llegase la policía y ese asesino se enterase. Seguramente la mataría, no teníamos más remedio que entrar por nuestra cuenta y sin llamar la atención.

— ¿Ocurre algo? —me preguntó al ver que me había quedado callado mirando la pantalla.

— La policía llega a las diez, son las ocho, debemos darnos prisa.

Apagué el móvil para evitar que hiciera algún tipo de ruido y me lo guardé en el bolsillo otra vez.

Alison corrió hacia la puerta trasera y yo la seguí rezando para que ningún vecino estuviese mirando. Muchas de las casas de alrededor tenían ventanas que daban justo a donde estábamos nosotros, así que no sería descabellado que alguien nos viera y llamara a las autoridades.

Entramos en el interior y Caleb cerró la puerta con cuidado.

— Me he adelantado y he echado un rápido vistazo a la cocina, que es lo que hay tras esta puerta. No parece que haya nadie, pero sí que hay signos de que lo ha habido en los últimos días.

— Eso quiere decir que es probable que nos encontremos con él —dedujo Alison.

— Es muy probable —continuó él—. Así que tenemos que ser cautelosos a partir de ahora.

— ¿Más? —pregunté incrédulo.

— Más. Contra menos ruido hagamos, mejor nos irá.

Empezaba a arrepentirme de haberme metido en aquel berenjenal. Yo no servía para jugar a las escondidas y la idea de que me saliera un asesino de la nada hacía que se me pusiera la piel de gallina.

— Vamos, pues —Caleb nos invitó a seguirle y ahí fue cuando empecé a tener miedo de verdad—. Primero inspeccionaremos esta planta y después la de arriba.

Miré a Alison para comprobar si yo era el único que estaba asustado... Sí, sólo yo lo estaba. En cuanto Caleb cruzó la puerta para entrar a la cocina, ella le siguió sin vacilar con una mirada fría e indiferente. Parecía mentira que hubiese estado cautiva durante meses, costaba creer que con todo lo que había pasado se metiera de lleno en la boca del lobo como si nada. En fin, nunca la entenderé.

Notas de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora