Con el tiempo había ido confiándome en que Caleb no pretendía matarme. Desde el primer momento se había preocupado por mí y me había cuidado. Es cierto que cada vez que Thomas aparecía, él se mantenía al margen y no hacía nada por ayudarme, pero luego volvía y me curaba las heridas. Alguien que quiere asesinarte no hace eso, ¿verdad?
Un día estaba esperando a que me trajera el desayuno. Cada vez que su compañero salía durante días, bastante a menudo por cierto, me traía un poco de comida cinco veces al día. Pero cuando por fin apareció, no trajo lo que yo esperaba. Tenía en su mano un chuchillo de cocina y me miraba de forma perversa.
Se acercó a mí y me agarró del pelo con fuerza para obligarme a mirarle a la cara.
— Me ha costado contenerme todo este tiempo, pero ha merecido la pena. Te lo has creído absolutamente todo, eres una ilusa y una idiota.
No me dio tiempo a reaccionar, dio un rápido y limpio corte que cruzó todo mi cuello.
Me desperté de golpe y di un grito ahogado. Estaba tumbada en la cama del sótano, atada por las muñecas y los tobillos...como siempre. Había sido una pesadilla, pero quizá era una especie de señal de mi subconsciente para avisarme de que no debía fiarme de las apariencias.
Cerré los ojos e intenté dormir de nuevo, pero me resultó imposible. Estuve durante un larguísimo rato mirando fijamente a la puerta temiendo que llegara el momento en el que se abriera y entrara Caleb dispuesto a matarme. Tenía el corazón a mil por hora y un nudo en el estómago debido a los nervios. Suerte que me había despertado a altas horas de la madrugada, pues de haber comido algo recientemente, seguramente me habría pasado lo mismo que con aquel bocadillo meses atrás.
Me hice un ovillo y empecé a darle vueltas y vueltas a la posibilidad de que mi sueño fuese real. No podía fiarme de nada, aunque no sé ni por qué había tenido un mínimo de confianza en él. Estaba secuestrada, atada, en un lugar completamente desconocido con un asesino y un violador... ¿En qué momento pensé que era posible que esa preocupación que mostraba a veces fuese real?
Y por fin llegó el momento. Caleb entró en el sótano y fue hasta el escritorio para dejar el vaso de leche y una magdalena sobre él. Luego vino hacia a mí para despertarme, pero se llevó una sorpresa al ver que ya estaba despierta y le miraba con los ojos muy abiertos.
— ¿Pasa algo?
— ¡No te acerques! ¡No des un paso más! —le grité intentando retroceder hasta la esquina de la cama que daba contra la pared.
Se detuvo en seco y levantó las manos en señal de que no tenía intenciones de hacerme nada malo. Era un grandísimo actor, sin duda había sabido como engañarme, pero no lo haría más.
— Cálmate y dime qué cojones te pasa. —Mientras lo decía, el muy canalla se atrevió a dar un paso.
— ¡Que no te muevas, joder! —Esta vez grité mucho más fuerte.
— Shhh, baja la voz, haz el favor.
— ¿Qué más da? Si no me mata él, lo harás tú.
No sé si lo hizo para que me callase o porque le molestó que le dijera eso, pero ignoró mi advertencia y corrió hasta mí. Quise gritar al verle abalanzarse sobre mí, pero era muy rápido y consiguió taparme la boca antes de que lo hiciera. Quise resistirme, pero lo tenía encima y no podía moverme.
— Escúchame. No sé qué mierda te pasa, pero deja de compararme con ese desgraciado. —Estaba muy alterado—. No soy como él, ¿entiendes?
Le mordí la mano y cuando la apartó por el dolor, aproveché para contestarle. No podía seguir callándome, iba a morir tarde o temprano, así que lo pondría a parir en su cara si era necesario.
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Notas de una historia
Mystery / ThrillerAlison siempre ha sido una fanática del mundo del crimen y acaba de acceder a la universidad para poder convertirse en criminóloga, pero sus planes se tuercen cuando una noche desaparece mientras iba a una cafetería. Lo único que queda de ella es su...