Capítulo 5. Bodas De Hielo

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En una lujosa mansión en las afueras de la capital, un sirviente entraba nervioso al despacho de su amo. Le traía noticias poco placenteras y temía que su jefe arremetiera en su contra para desquitar su ira contenida.

Byakuya se armó de valor y decidió llamar la atención de su jefe quien se encontraba concentrado revisando unos papeles. 

—Umm, marqués, le traigo noticias de la ciudad —dijo con cuidado.

—Dime lo que tengas que decir y vete —respondió el pelinegro sin levantar la vista. 

—Se trata de la señorita Beauharnais  —mencionó con voz trémula.

Una sonrisa diabólica se dibujó en los labios del malicioso hombre 

—¿Qué tienes para decirme de mi pequeña Arina? —preguntó con mayor interés.

—Pues corren las noticias de que contraerá matrimonio con el duque Lloyd, su señoría —informó aterrado el sirviente. 

Los ojos de Naraku se abrieron con sorpresa y alegría, con esto sus sospechas se confirmaron. 

—Interesante —espetó con una sonrisa mucho más amplia—, es una lástima, al parecer no pude ganarme su corazón —se quejó en tono de burla—. Ahora que se casa no tendré más remedio que huir de la ciudad con el corazón destrozado. Byakuya, prepara todo para nuestro viaje. Nos vamos a la frontera —ordenó contundente. 

Byakuya no entendía qué era lo que su jefe traía entre manos, pero con el tiempo aprendió que lo mejor era obedecer ciegamente todas sus órdenes. 

De nuevo se retirarían a la frontera con Calisto, un pequeño reino vecino. El marqués tenía allí una pequeña mansión que su difunto padre usaba para la caza, pero que ahora sólo servía como el centro de reunión de su señor con gente de extraña procedencia. 

Byakuya suspiró profundamente pensando en todo lo que tenía que organizar para el viaje. 

—¡Todo yo! ¡Todo yo! ¡Todo yo! —se quejaba mientras arreglaba las cosas. Pero no tenía mucha opción, en realidad no se podía quejar ya que a pesar de que la carga de trabajo era pesada, el salario era muy bueno—. Esto me pasa por no haber estudiado ingeniería cómo quería mi mamá —reflexionó para volver a sus tareas. 

Esa noche Naraku desapareció en medio de las tinieblas sin dejar rastro de su paradero. 

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La desaparición de Naraku significó un gran alivio para Rin, quien, si bien sabía que seguramente el hombre no se traía nada bueno entre manos, al menos ahora podía estar más tranquila sin sentir la presencia del hombre en la ciudad como una constante amenaza. 

Los preparativos de la boda se hicieron a gran velocidad. No había tiempo que perder. 

Rin mentiría si dijera que no se encontraba flotando en una grande y esponjosa nube de felicidad. No podía creer lo afortunada que era al poder casarse con nadie más que el propio Sesshomaru Lloyd. 

Aquella tarde de la propuesta, el duque se despidió fríamente de la castaña, pero ésta todavía se encontraba en un estado de shock así que no le prestó mucha atención. 

Sin embargo, habían pasado cinco días y todavía no había vuelto a ver a su prometido debido a que éste había regresado a su ducado para preparar todo para su llegada, eso la desanimaba un poco pero luego el recordar que probablemente tendrían el resto de sus vidas para estar juntos la hacía sentir mejor. 

Ahora se encontraba en la tienda de modas de Madame Abbey escogiendo su vestido junto a sus amigas y su madre. 

—¡Te ves hermosa Rin! —la halagaba la princesa Aome mientras Rin les modelaba otro vestido de novia —seguramente el duque Lloyd quedará con la boca abierta cuando te vea. 

Me Convertí En La Esposa Del Frío Duque Del OesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora