Capítulo 6. La Duquesa Del Oeste Parte 1

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Rin despertó temprano a la mañana siguiente. Al abrir los ojos pudo notar la elegante habitación a la que la fría ama de llaves la había guiado la noche anterior, pero ella había estado tan centrada en las palabras de Sesshomaru que apenas se fijó en lo que le decía la mujer o en la habitación. 

Pero ahora, con la luz del día iluminando el enorme lugar, no pudo dejar de admirar el lujo y el detalle tan refinado que tenían los acabados de éste. Se veía incluso más lujoso que la habitación de la casa de sus padres o la que tuvo en el palacio. 

La bóveda del techo tenía relieves detallados de mármol que formaban hermosos patrones de sus flores favoritas. Del techo también colgaban espléndidos candelabros de cristal con cadenas de oro. Las paredes blancas estaban adornadas con paneles dorados rectangulares. La luz del sol entraba por enormes ventanales de tres pisos de alto, y al lado de la chimenea se encontraba una enorme estantería repleta de libros y un escritorio tallado de cedro. 

La habitación no tenía nada que envidiarle a la de la princesa Aome en el palacio. 

Se acercó al ropero y tomó uno de los tantos vestidos que el duque había mandado a comprar para ella, se lo acomodó ella misma frente al espejo de seis metros junto a su tocador, no le pareció extraño que ninguna sirvienta la haya venido a auxiliar, puesto que tiempo atrás había decidido desistir de la ayuda de las sirvientas para cambiarse de ropa. 

Cuando estuvo lista, decidió salir a dar un paseo al jardín , ya que todavía era temprano y no tenía ganas de desayunar. 

Por los pasillos de la mansión se encontró con muchos sirvientes a quienes saludó con amabilidad, saludo que algunos apenas contestaron secamente. 

Rin lo atribuyó al carácter frío de la gente del oeste, así que no le prestó mucha atención. 

Los jardines del duque eran hermosos, a diferencia de los del palacio real, los jardines del oeste no trataban de dominar la naturaleza, al contrario, la dejaban crecer salvaje, construyendo ellos alrededor de ésta, adaptándose a su forma. 

Decidió dar un paseo por el lago; era hermoso contemplar los reflejos del amanecer sobre la superficie de éste, el sonido del canto de las aves era música para sus oídos y la brisa de la mañana acariciaba su piel, haciéndola olvidar del trato frío del duque y de las palabras que le lanzó la noche anterior. 

Respiró profundo, admirando una vez más la hermosa vista frente a ella, antes de entrar de nuevo a la casa. 

Una sirvienta la esperaba en la entrada, ofreciéndose a acompañarla hasta el comedor para que pudiera tomar su desayuno. 

Al llegar se encontró con la comida servida solo para ella, y no pudo evitar decepcionarse un poco. 

—¿El duque no comerá conmigo? —preguntó un poco herida. 

—Me temo que su gracia partió en la madrugada hacia el campo, mi señora —le contestó la sirvienta.

—Ya veo, supongo que está muy ocupado para desayunar con su esposa, ya me lo había advertido antes —reflexionó decepcionada mientras un sirviente jalaba su silla para que se pudiera sentar a la mesa. 

Comió con el ensordecedor ruido de los cubiertos haciendo eco en el amplio y espacioso comedor. 

Al terminar su desayuno, el ama de llaves apareció en el comedor con su típica expresión gélida. 

—Su gracia, el duque me ordenó que le diera un recorrido por la mansión, para que pueda empezar a familiarizarse con su nuevo entorno —declaró la mujer haciendo una reverencia. 

Rin se levantó de su silla y siguió a la mujer por toda la mansión, mientras ésta le presentaba a los sirvientes y Rin los saludaba a todos con su tan característica dulce sonrisa, que algunos devolvieron alegres y otros, no tanto. 

Me Convertí En La Esposa Del Frío Duque Del OesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora