El Tiempo Sin Ti

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La ausencia del duque se hizo notar en toda la mansión, los sirvientes lo echaban de menos, pero nadie lo hacía tanto como su esposa. Parecía que ni siquiera el calor de la hoguera de la enorme chimenea del salón principal era capaz de calentarla. La partida de Sesshomaru le afectó demasiado. Sin embargo, sabía que debía sobreponerse, tal como se lo había prometido a su esposo, era su deber confiar en él y esperar paciente por su regreso. Así que decidió que lo mejor sería concentrarse en las clases de Ayame y de Shippo. Los hermanos eran muy inteligentes y aprendían muy rápido, Rin disfrutaba enseñarles pues ser maestra siempre había sido su vocación.

Había conseguido el material de estudio que había sido usado para educar a Sesshomaru cuando este era niño, en medio de los archivos de la biblioteca, pero Rin consideraba que eran demasiado aburridos y anticuados, por lo que ella misma decidió empezar a crear carteles con dibujos y cuadernos de ejercicios para que los menores estudiaran. Cada vez que tenían que pintar un dibujo, la carita de Shippo se iluminaba completamente y el pequeño dejaba fluir toda su creatividad, Rin debía admitir que el niñito tenía talento. Ayame había avanzado rápido con las lecciones, ahora disfrutaba de leer y escribir historias cortas, Rin le ayudaba con su gramática también.

―Estoy muy orgullosa por lo mucho que has mejorado en tan poco tiempo, me da gusto que te estés esforzando tanto ―elogió un día a su sirvienta.

―¿Cómo no esforzarme, si su gracia se toma la molestia para enseñarme con paciencia y dedicación? Lo mínimo que debería hacer es corresponder con mi esmero las molestias que le he causado, además, soy consciente de que la educación es un privilegio y no pienso desaprovechar esta oportunidad. Estoy segura que muchos sirvientes de la mansión desearían estar en mis zapatos.

Rin frunció el ceño ante las palabras de su pupila, hasta ese momento no se había planteado que tal vez el analfabetismo de Ayame y Shippo no fuese un caso aislado.

―¿Te refieres a que los sirvientes tampoco saben leer? ―preguntó preocupada.

―Muy pocos, probablemente solo lo hagan los de rango más alto. Pero está bien, ya que de esa manera se les dificulta encontrar trabajo en otros sitios y se asegura su fidelidad con la mansión del duque, al menos, esa es la forma de pensar de la mayoría de nobles.

Esa conformidad molestó un poco a Rin, pero sabía que probablemente solo reflejaba el pensamiento de los más adinerados, ya que incluso en su otra vida era común oír que los ricos y poderosos mantuvieran sus posiciones de ventaja reprimiendo a la clase trabajadora y negándole el acceso a la educación para que de esa manera, se quedaran en la ignorancia sobre sus derechos y nunca los exigieran. Rin apretó la tela de su vestido en señal de impotencia, esta situación tenía que cambiar y este cambio debía empezar en el ducado.

De esta manera fue que los días de Rin se hicieron incluso más ocupados, pues ahora ya no solo se dedicaba a enseñarle a Ayame y a Shippo sino a todos los sirvientes que accedieron a hacer un espacio en sus horarios para aprender un poco con la duquesa. Algunos aceptaron solamente para seguirle el juego a su señora, pero otros realmente tenían curiosidad por ver que era todo eso que Ayame aprendía y después les presumía, cuando se reunían los sirvientes. No a todos se les facilitaba el estudio como al par de hermanos pelirrojos, sin embargo, eso no impedía que Rin les enseñara con paciencia y dedicación, sin enfadarse ni siquiera cuando parecía que sus esfuerzos no daban fruto. La duquesa era gentil incluso con aquellas sirvientas que se burlaron de ella cuando llegó a la mansión. Las mujeres se habían mostrado sinceramente arrepentidas y Rin con su enorme corazón, no pudo negarse a aceptarlas como sus pupilas.

―La duquesa es demasiado buena, esas chicas tienen suerte de no haber sido despedidas. Es lo que cualquier otro hubiera hecho ―comentó Ayame alguna vez, de forma no tan discreta en la cocina.

Me Convertí En La Esposa Del Frío Duque Del OesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora