El asesinato del archiduque de Calisto

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Los aires de conspiración y sublevación se extendían por los alrededores del bajo mundo a través de todo el reino. Estaban involucrados los nobles de más bajo nivel, quienes querían elevarse en la escala de poder y obtener más riquezas. Se escuchaban rumores y levantamientos en contra de la realeza por todas partes; sin embargo, nada de eso le interesaba a Larry Swan, un mercenario asesino a sueldo. Larry no tenía idea de quién lo había contratado y sabía muy bien que si lo atrapaban estaría más que jodido, pero la paga era excelente, no se había podido negar; además, él era el mejor en su campo y sabía bien lo que hacía.

Así que esperó pacientemente, apostado en un lugar ventajoso desde dónde podría ver la carroza del único archiduque del reino de Calisto cuando esta se asomase. Tenía preparada su mejor arma de largo alcance, era solo cuestión de tiempo para que su trabajo estuviera completado, entonces solo tendría que escapar del reino con el jugoso pago que le habían ofrecido y empezar una nueva vida en un lugar diferente. Quería comenzar de cero, plantar cabeza y formar una familia, alejarse por completo de la vida criminal.

Sin embargo, el tiempo pasó y la carroza del archiduque no parecía dar indicios de aparecer. Larry gastó horas enteras padeciendo del frío invernal que asolaba la capital. Al pasar la quinta hora, decidió que lo mejor sería ir a comer, después de todo, no se puede trabajar bien con el estómago vacío, ya más tarde se encargaría de averiguar qué pasó con su objetivo.

Luego de disfrutar un delicioso emparedado en una acogedora cafetería del centro de la ciudad, el hombre decidió tomar un desvío y escuchar lo que se decía en las calles sobre el paradero del Archiduque. Al parecer, era su día de suerte, pues al dar la vuelta en una esquina se encontró un vehículo varado con algún desperfecto en las ruedas. Como todo un buen ciudadano se ofreció amablemente a ayudar al cochero. Tal como lo sospechó se trataba de la carroza del gran duque, el chofer se perdió por las calles de la ciudad y tras dar muchas vueltas por diferentes lugares una rueda del carruaje se salió de su eje, alargando el retraso de la gran aparición del Archiduque por las calles principales.

El sicario profesional, tomó esta oportunidad e insertó un pequeño dispositivo, lo suficientemente discreto entre las ruedas del coche. Este dispositivo, a pesar de su tamaño tan insignificante, era capaz de provocar una explosión de suficiente magnitud como para derribar un edificio y era accionado por control remoto desde una distancia lo suficientemente segura para no ser afectado por la explosión.

El conductor le agradeció su ayuda y después de pedir instrucciones para llegar a la calle principal se alejó contento por haber encontrado el camino correcto. Larry observó el coche alejarse y perderse entre la gente y una vez el vehículo estuvo lo suficientemente lejos, apretó el botón que accionaba el dispositivo, provocando una explosión que fue vista desde los puntos más alejados de la capital, la cual dejó cientos de personas heridas y otras cuantas decenas de muertos, incluidos entre éstos, el cochero, el Archiduque y la princesa Sisí.

Larry suspiró con alivio al ver finalmente otro trabajo bien hecho, definitivamente estos momentos de satisfacción serían los que más extrañaría cuando se retirara; el ser perseguido por la justicia, no tanto. Tarareando una jocosa melodía, se alejó del lugar de los hechos sin levantar la más mínima sospecha.

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Después de una larga mañana de trabajo, Sesshomaru salió de su despacho para tomar un poco de aire fresco y dar un paseo por los alrededores de los jardines de la mansión. En una pérgola encontró a Rin con una pizarra enseñándoles a leer a Shippo y Ayame, ella también había estado en eso toda la mañana, así que en cuanto divisó a su esposo a la distancia, le dedicó una de esas sonrisas que lograban iluminar el día de Sesshomaru y decidió dar por concluida la lección. Con paso ligero se dirigió hasta donde se encontraba el duque, quien la observaba con atención.

Me Convertí En La Esposa Del Frío Duque Del OesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora