Reina

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El príncipe Inuyasha fue encontrado encerrado en una celda, de la fortaleza que Naraku había tomado, al borde de la muerte. Estaba tan malherido que fue casi imposible reconocerlo.

La princesa Kikyo se encargó personalmente de sus cuidados y contrató a los mejores médicos y sanadores de todo el reino para que lo atendieran. Fue un proceso largo y doloroso, pero finalmente había salido del peligro y recobrado la conciencia.

Casi no tenía movilidad, pero los médicos aseguraban que con terapia física se podría recuperar por completo.

La princesa Aome regresó a la capital inmediatamente después de que la duquesa despertara y partiera en busca de su esposo. Su labor en el ducado había concluído y su familia la esperaba en la capital. Su mente no procesaba por completo el hecho de que su padre hubiera muerto.

La guerra había dejado a su pueblo sin su rey; y a ella y a sus hermanos, huérfanos. Pero debía permanecer fuerte, ese era su deber como princesa.

Al llegar se sorprendió al notar el nivel de destrucción de la ciudad. Sabía que la situación era mala, pero fue mucho más impactante verla con sus propios ojos.

Sota hacía lo mejor para dirigir al pueblo, pero no se sentía listo para hacerlo solo. La muerte de su padre lo había afectado fuertemente. Nunca imaginó que moriría en manos del malvado Naraku. Se maldecía a sí mismo por no haber estado presente ese día en la batalla. No debió haberlo dejado solo nunca.

La llegada de Aome fue como una bocanada de aire fresco. La princesa era una líder natural y a diferencia de él, podía mantener la cabeza fría a pesar de las circunstancias. Tomaba decisiones acertadas y los súbditos confiaban en ella ciegamente.

Poco a poco fueron reconstruyendo la ciudad de la cenizas. Tomaría mucho más tiempo regresar al esplendor anterior que el reino de las cuatro almas ostentaba, pero con el apoyo de su gente, lograrían hacerlo. Tenía plena confianza en eso.

Sin embargo, no tenía tanta confianza en sí mismo ni en su capacidad para dirigir el reino solo. Era joven e inexperto, en su corta vida nunca imaginó que tendría que tomar esta responsabilidad tan pronto. A su parecer, sus hermanas estaban mejor calificadas para esto. Así que unos días antes de su coronación se lo comentó a su hermana Aome.

—No digas tonterías, Sota. Toda tu vida te has estado preparando para esto, además no estás solo, me tienes a mí para apoyarte en lo que sea —le dijo mientras revisaba un documento.

Sota la observó toda la tarde, trabajando segura y sin vacilar. Dando órdenes con autoridad, pero sin ser déspota y prepotente. El reino estaría mejor en sus manos. Fue así como al final del día tomó su decisión.

—Hermana, no tomaré el trono —le informó contundente.

Sus palabras le cayeron como un cubetazo de agua fría a la princesa. ¿De qué demonios estaba hablando ahora este niño?

—Perdóname, Sota, pero me parece que te he escuchado mal. Por un momento pensé que decías que ibas a renunciar al trono —dijo con una risita nerviosa.

—No escuchaste mal, hermana. Ya he tomado mi decisión. Yo no soy un líder, no está en mi naturaleza. Soy todo un guerrero, estoy dispuesto a luchar hasta la muerte para defender a mi gente, pero no tengo madera de gobernante.

—¿De qué demonios estás hablando? ¿Acaso planeas dejar a tu pueblo a su suerte? Si tú no tomas la corona, entonces ¿quién lo hará? —Se acercó a él y lo empezó a sacudir por los hombros—. ¿Acaso el duque del Oeste? Ya demostró que es capaz de mandar todo el reino al propio infierno si Rin se encuentra en peligro. No hay nadie más para ocupar tu puesto Sota. ¡Recapacita!

Me Convertí En La Esposa Del Frío Duque Del OesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora