Me Convertí En La Esposa Del Frío Duque Del Oeste

Pasión

Los duques no demoraron en recomponer su apariencia para regalarle una visita a la princesa. Sesshomaru peinó algunos de los cabellos rebeldes de Rin y besó su frente, antes de salir del comedor.

Aome les relató lo que sucedía con Naraku en la capital y sus alrededores.

―¿Por qué no nos habían informado hasta ahora? ―preguntó Sesshomaru con tono de reproche.

―Enviamos un mensajero hace unos días, pero... ―Los ojos de la princesa se llenaron de lágrimas y tuvo que hacer una pequeña pausa para continuar―. De camino aquí encontré su cuerpo sin vida en medio del bosque. ―Esta vez no fue capaz de contener el llanto. Había pasado por tanto, no estaba segura de cuánto tiempo había dormido, hasta dónde sabía, toda su familia podría estar muerta a estas alturas.

Sesshomaru no perdió más el tiempo y se dirigió a preparar sus tropas, partirían al amanecer. Rin se quedó a hacerle compañía a la princesa hasta que esta volvió a caer dormida, su estado aún era delicado y no tenía muchas fuerzas para permanecer despierta.

La duquesa, por su parte, tenía el presentimiento de que esa noche no sería capaz de dormir. Así que después de ponerse un camisón y una bata, se dirigió al salón de música, prendió la chimenea y se dedicó a leer un libro. Escuchó a Sesshomaru volver a medianoche y salió de inmediato a su encuentro. Se notaba que estaba cansado, pero sabía que eso no le impediría emprender viaje antes del alba, con tal de proteger a su nación.

Sus miradas se encontraron y se observaron mutuamente por un momento, el silencio reinaba en la gran mansión, pues todos ya se habían retirado a dormir. Solo los iluminaban las velas del pasillo y Rin pudo observar cómo la mirada de Sesshomaru quemaba como el propio fuego sobre su piel, era obvio que el anhelo destilaba por los poros de ambos. Atraídos como imanes, sus cuerpos se unieron en un beso sublime y apasionado. Rin envolvió sus piernas alrededor de las caderas de su esposo y este colocó sus manos sobre su trasero y lo apretó con necesidad.

La intimidad de Rin empezó a palpitar y sus pantaletas se mojaron ante el cálido toque de las manos de su marido. Sesshomaru abandonó la boca de su duquesa y se dedicó a besar y morder su cuello. Rin no podía evitar los gemidos que salían de su boca, pero que eran como música para los oídos del hombre que la sostenía y la sentía vibrar sobre su piel.

Entre besos y caricias llegaron a la habitación del duque, el corazón de Rin palpitaba a mil por hora, esta sería la primera vez que tendría sexo en esta vida. La primera experiencia en su vida anterior no había sido muy agradable, pero confiaba en Sesshomaru, sabía que él sería gentil con ella.

Sesshomaru por su parte, nunca había estado con ninguna otra mujer. Sin embargo, sabía exactamente lo que se tenía que hacer, después de todo, su padre le había hablado sobre el tema antes de morir y durante su adolescencia leyó tantos libros sobre el asunto como le fue posible. En el frente de batalla fue testigo de innumerables actos de barbaries, que lo marcaron para siempre, por lo cual juró que nunca forzaría a una mujer en contra de su voluntad. Por eso, incluso después de haber contraído matrimonio con la única mujer que jamás deseó, nunca trató de imponer su voluntad sobre ella, de ninguna manera.

Aún así, después de todo lo que habían vivido, finalmente la tenía frente a él, con la mirada llena de deseo y lujuria, la misma que él sentía al verla. Acarició su cabello y se llevó un mechón a los labios para besarlo y sentir su dulce aroma. Después, dibujó un camino de besos desde la blanquecina frente hasta su pequeña oreja, donde susurró:

―¿Estás segura de que quieres esto? ―Para asegurarse de que ambos deseaban lo mismo.

―Nunca he estado más segura en mi vida. ―La duquesa buscó los labios de su esposo y de nuevo se fundieron en un beso lleno de entrega y anhelo.